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miércoles, 20 de agosto de 2008

Relatos Eróticos: El Enfermero y sus Vecinas

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Cada cual tiene sus gustos y el mío es poder disfrutar de los culos de mis vecinas. Me llamo Fernando, tengo 38 años y me mantengo en buena forma física ya que el fútbol es la segunda cosa que más me gusta; siempre he sido una persona muy seria y servicial con los amigos, así que no es de extrañar que a mi casa concurran vecinos por diferentes favores, sobre todo porque soy el único que coloca inyecciones en la cuadra después del curso de enfermería que realicé hace algún tiempo y a decir verdad, no lo hago nada mal y en concepto de mis ocasionales pacientes tengo una mano muy suave para los pinchazos.

Esta habilidad me ha permitido conocerle las nalgas a la mayoría de mis vecinas, lo cual me encanta ya que extasío viendo esos culos blancos, rosados, morenos, bronceados en fin toda la gama de tonos que tienen mis pacientes. Eso sí, mantengo cierta prudencia para seguir manteniendo mi clientela sin sobresaltarla. De estas hay jóvenes y ya maduras, algunas son tímidas y al momento de la aplicación bajan solo un parte sus pantys, impidiéndome disfrutar del espectáculo; pero otras son más atrevidas o con más confianza y no tienen reparo en que baje total o en gran parte sus pantys, con lo cual me doy un gran banquete visual.

Entre las mas desinhibidas está mi vecina de enfrente, Olga, una rubia de 26 años con un culo de espectáculo, de lo cual ella es consciente ya que a pesar de su fingida seriedad y cuando usa mis servicios siempre se coloca sugestivas tangas que ponen de manifiesto sus abundantes atributos y le agrada que le acaricie sus nalgas doradas cubiertas de una fina pelusa rubia que es mi deleite, ya que me tomo mí tiempo en los preliminares sobando y limpiando con alcohol sus nalgas con el pretexto de desinfectar el área, ese es nuestro pequeño secreto el cual disfrutamos sin pasar de eso (hasta ahora).

Pues bien, la otra tarde estando solo en mi casa viendo la TV solo, ya que mi esposa y los dos niños estarán 20 días con su abuela en una ciudad vecina, cuando oí tocar la puerta y al abrirla encontré a mi rubia vecina con un ligero vestido que me dice:

-" Perdone la interrupción vecino pero es que necesito aplicarme esta inyección de antibióticos y con lo dolorosa que es, solo con Ud. me atrevo a aplicármela, porque soy muy cobarde, ¿si tiene tiempo?"

-"Con todo gusto pase Ud. a la sala en el sofá o si prefiere en la alcoba", le dije.

-"Me parece que el sofá es incómodo y la cama es más práctica", me respondió.

Mientras yo preparaba la jeringa en el baño interno le dije, -"por favor, acuéstese y súbase la falda que ya estoy con Ud." Cuando regresé a la alcoba tenía subida la falda y había bajado sus pequeños pantys hasta la mitad de su hermoso culo donde la raja entre sus nalgas se veía deliciosamente atractiva. Me senté a su lado en la cama con la hipodérmica en una mano y un algodón empapado en alcohol en la otra mano, con el cual empecé a limpiar ese bello pedazo de nalga que iba a pinchar.

-"Esto de las inyecciones me pone nerviosa así que tráteme con cuidado", me dice, por lo que sigo sobando y el alcohol que destila el algodón corre deslizándose ente la raja de su respingado culo, por lo cual me dice

-"Vecino ese alcohol esta muy frío, no me lo deje correr". Prestamente tomo un pedazo de algodón seco y le digo, -"Discúlpeme, permítame y la seco, pero tengo que bajar más su panty" a lo cual responde, -"Tranquilo que Ud. es de confianza", bajando completamente sus pantys puedo observar totalmente ese culo dorado por el sol y duro por el deporte, entonces tomando el algodón con una mano empiezo a abrir lentamente esa grieta magnífica y empiezo a ver como cambia el color del interior de la hendidura y al fondo el orificio del culo, rosado y mojado por el alcohol y al final unas largas hebras rubias. Tomé delicadamente el trozo de algodón y limpié ese lindo hueco suavemente, girando en círculo y admirando como palpitaba cada vez que lo tocaba, conteniendo las ganas de introducir mi lengua en él, abrí aun más el final de su grieta y pude apreciar ahora sus velludos y gruesos labios donde se podía apreciar la cueva vaginal y donde no sé porque me pareció observar unas gotas de humedad que resbalaban entre los rubios y tupidos vellos y bajé el algodón tocando ligeramente sus prominentes labios limpiándolos un poco, diciéndole, -"Vecina, el alcohol está más abajo de lo que yo creía", y ella abriendo un poco sus piernas responde, "adelante, está en su trabajo".

Con dos dedos cuidadosamente abro su chucha y pongo mi dedo en la suave parte interna de la vulva de rosado color y pretendo con el algodón retirar una humedad cada vez más abundante, separo los labios y recreo mi vista con la propia entrada tocando pero no entrando, ella realmente se veía tranquila y confiada pero con esa sonrisa maliciosa que usa en nuestro juego, así que me tomé mi tiempo en esa labor, pero sé por el líquido que sale de su raja que está deseando que le meta el dedo o la picha, sin embargo conservo las reglas del juego. A todas estas mi verga estaba que estallaba, Olga de reojo observa el efecto que su culo me produce y la mancha de leche que se puede ver en el pantalón, pero disfruta excitándome y no se opone a que use nuestra confianza para morbosearla, a pesar que con Pablo su esposo, tengo buena amistad.

Una vez seco el orificio muy a mi pesar cerré esa linda abertura y muy profesionalmente le aplique la inyección, le masajeé las nalgas, procediendo a subir su panty con lo cual ella se levantó y me dijo, -" Fernando tienes unas manos de seda, no sentí sino un leve pinchazo, además eres tan respetuoso y siendo tan discreto sé que no comentarás con nadie lo que te tocó hacer por el exceso de alcohol".

A lo que respondí " Puedes contar con mi discreción como si fuera un médico de verdad", esperando que mi pantaloncillo pudiera ocultar la rigidez de mi verga.

Desde la puerta me dijo "te voy a hacer la propaganda por tu habilidad, y hasta pronto". Tan pronto salió una tremenda paja calmó mi arrechera y presumo que Olga hizo lo mismo.

Habían pasado unos cuatro días desde que Olga había venido a inyectarse cuando me llama por teléfono mi vecina de al lado, Fátima a quien también le he aplicado inyecciones y por ser de origen árabe es muy velluda por lo que me hacia gracia como su culo tuviera tantos pelos entre las nalgas, me dice, "Fernando te acuerdas de Mónica mi hija que estudia en la capital, pues bien, está en tratamiento de una serie de inyecciones por un problema renal pero se niega a ponérselas, pero Olga le aseguró que tu eres el indicado por la suavidad de tus manos".

Le dije que a la orden, que la mandara a las 5 PM. Yo realmente me acordaba de una jovencita de unos trece años blanca y delgada que pasaba por las tardes por mi puerta y que algunas veces inyecté en el pasado.

A las 5 en punto sonó el timbre de la puerta y no apareció quien yo imaginaba sino una agradable mujer de 18 años en unos jeans ajustados y una blusita por dentro de estos donde resaltaban unas tetas juveniles, con una linda cabellera y una amplia sonrisa que me dice.

-"Señor Fernando, seguro que ya no se acuerda de mí".

Reconocí a Mónica a pesar del tiempo de no verla y la invité a pasar diciéndole, -"Claro que sí, sigue a la alcoba que tengo listo lo necesario para inyectarte, acuéstate y prepárate que ya voy".

Cuando entré a la alcoba estaba sentada en la cama con la cremallera bajada y me dice, -"Estos jeans no son los mas apropiados por lo apretados, así que ayúdame a sacármelos".

Me arrodillé enfrente de ella forcejeando con la rebelde prenda y con tanta fuerza que de pronto estos bajaron pero los pantys también bajaron, dejando al descubierto un abultado y frondoso bosque de finos vellos de su vulva. Con cierta pena me apresuré a quitar mi vista mientras ella se subía el panty y se acostaba en la cama.

Le dije, -"Disculpara por mi rudeza, no pensé que también se bajaría el panty".

-"No tiene mayor importancia, sobre todo si ya muchas veces has visto mis nalgas en otras ocasiones".

Yo estuve de acuerdo, aunque le comenté que le había cambiado muy favorablemente su cuerpo. Con cierta prevención bajé sus pantys a medio culo, pudiendo apreciar unas bellas y tersas nalgas cubiertas de cortos y suaves vellos castaños que comienzan desde el final de la espalda bajando hacia la raja, haciéndose más abundantes entre las paredes de estas y me acordé que su madre es parecida pero no tanto, el panty bajado hasta la mitad no me permitió seguir la magnifica visión de este joven y velludo culo.

Tomé con diligencia mi función y cuando la iba a pinchar por reflejo Mónica movió bruscamente su culo y me dijo que a pesar de la confianza que tenía en mí, las agujas le producían pánico; le dije que se tranquilizara un momento que la sobaría suavemente, lo cual aproveché para bajar todo su panty y terminar de reconocer ese velludo canal que tenía enfrente, mientras ella del miedo enterraba la cabeza en mi almohada y dado que no me veía, bajé mi cabeza y aspiré el suave olor a culo que salía de su raja, al tiempo yo seguía sobando en forma circular para abrir las paredes y poder ver mejor el fondo del canal. La visión y el olor enviaron un mensaje fulminante a mi picha que la dilataron al máximo.

Una voz me sacó de mi éxtasis "Señor Fernando, ya estoy lista". Recobrando mi ánimo procedí a inyectarla suavemente sin embargo se quejó, porque en realidad este tipo de inyección es dolorosa. Masajeé largamente su dolorida nalga y hablando de lo terrible que son las agujas, mi verga perdió su dureza pero cuando se levantó de la cama volví a divisar su tupido vello púbico, subió rápidamente su diminuto panty el cual no alcanzaba a cubrir esa amplia zona peluda y que sobresalía abundantemente por los lados, ella alcanzó a ver a dónde se dirigía mi mirada me dice, -"Qué piensas de las mujeres que no nos depilamos la vulva", A lo que contesté, -"Particularmente me encantan los vellos y a ti se te ven muy bien", ella respondió, -"Es que la cuchilla me irrita demasiado y esto solo me molesta en vestido de baño pero uso pantaloneta y todo solucionado".

Se subió dificultosamente el jean que tenía a media pierna. Nos despedimos hasta el día siguiente cuando le tocaba la otra dosis y yo quedé con la imagen de ese afelpado cojín entre sus piernas que me dejó impresionado y sólo una rabiosa paja en su nombre me pudo calmar la arrechera.

Al otro día llegó muy puntual, con un bonito traje sastre, más apropiado que los incómodos jeans y me dice, "Señor Fernando Ud. tiene unas manos increíbles pero no soy capaz de aguantar una aguja más", al oír esto mi desilusión fue grande puesto que no tendría pretexto para volver a ver ese culazo.

Pero enseguida agregó, -"Consulté con mí medico y la inyección se puede remplazar por supositorios que ya compré, pero no sé hacerlo y me da pena pedirte que me lo aplique".

Ante esta alternativa le dije, -"Bueno, no tengo mucha práctica pero con mucho gusto te ayudo y no debes tener pena porque para que son los vecinos, ve a la alcoba y quítate esa falda para que no se te arrugue".

Me entregó el paquete de supositorios y leí las instrucciones. Mientras Mónica se quitaba su falda y quedaba en unos pequeños pantys que permitían salir sus graciosos bigotitos por los lados, mi verga empezaba a endurecerse y yo hacía esfuerzos porque no se me notara. Mónica se acostó boca abajo sólo con los pantys y la blusa, yo ya con confianza bajé hasta sus muslos los pantys con lo que quedó al descubierto su culo y le pasé la caja y le dije, -" Por favor léeme las instrucciones", ella leyendo con voz ronca me dice, -"Retire el supositorio de su empaque e insértelo en el ano lo más profundo que pueda para mejor efecto", siguiendo las instrucciones abrí la velluda raja trasera y al fin pude apreciar el pardo orificio anal circundado de vellos alrededor, con ambas manos separé los pelos que impedían la entrada y más atrás se veían dos gruesos labios cada cual más velludo, pelos que terminaron de parar mi verga como hacía tiempo no me acordaba y le dije -"Te parece bien que coloque algo de saliva para que entre más suave", ella contestó, "esto me da vergüenza pero tú sabes lo que haces", con esta licencia y ya a estas alturas me decidí a ser atrevido, abrí sus nalgas al máximo y acercando mi boca a su hueco trasero saqué la lengua y lamí el centro del ano y empecé a chuparlo con sus cortos vellos que entraban a mi boca, Mónica alzó la cabeza sorprendida por tan inesperada técnica, pero no dijo nada solo levantó más su culo y con voz entre suplicante y arrecha me dice, -"Señor Fernando por favor, colóqueme el supositorio ya", tomando la cápsula la dirigí al centro del agujero e inicié su entrada hasta que desapareció, sin embargo su joven ano lo devolvió, por lo que Mónica me dice, -"Empújelo con su dedo recuerde que debe quedar insertado profundamente", al oír esto lo volví a meter seguido por mis dos dedos que se metieron hasta el fondo y empecé a moverlos dentro y le digo, -" Mónica, crees que esté bien?, porque mis dedos están bien adentro", a lo que me contesta dándoselas de inocente, -"Quisiera que entrara más pero no sé cómo", y le digo ya con la lujuria dominándome (todavía con los dedos dentro de su culo), pero intentando ser muy profesional, -"Si te parece bien podríamos probar con mi pene que es más largo y garantizamos que llegue hasta el fondo", y ella replica, -"A mí me parece bien y Ud. sabe lo que hace". Tan pronto lo aceptó, me saqué la verga totalmente erecta y Mónica viéndola esboza una sonrisa pícara y me dice, - "Caramba se ve muy grande y gruesa pero creo que servirá", A lo que respondo, -"Son solo 18 centímetros y seré cuidadoso".

Le quité los pantys del todo, me coloqué detrás, la puse en cuatro patas, por lo que su chocho peludo quedó ante mí en todo su esplendor, coloqué la roja cabeza de mi picha en la boca de su ano, separando los pelos con los dedos y empujé mi tranca en su agujero algo lubricado, que para mi asombro se dilató suavemente y empezó a tragarse lentamente ese trozo endurecido hasta el mismo fondo, el contraste de la polla blanca en su oscuro orificio expandido era excitante, a lo que pregunté, -"¿Crees que esta bien adentro?" sólo me contestó con un "Sí,.. Ahora sí!".

Ya en ese momento decidí sincerarme y le digo, "Mónica creo que esto te gusta tanto como a mí, tu ano está suavecito", volteó su cara y sólo me sonrió. A su tácita aceptación la agarré por las caderas, comencé a bombearla y tomamos el ritmo de "mete y saca" hasta que ella presumiendo que me derramaba, se retira sacándose mi verga y volteándose se colocó boca arriba dice, -"Creo que es hora que entre por donde es debido", lo que quedó ante mí fue lindísimo, ese pubis poblado de finas y largas fibras de color castaño oscuro contrastando con su piel blanca y densamente poblado alrededor de sus gruesos labios exacerbaron mi pasión, me agaché y metiendo mi lengua entre su ya húmeda goteante raja, chupé sus líquidos, lamiendo y comiéndome sus pelos a todo lo largo esa hirsuta gruta donde no existía separación entre los vellos del chocho y los del culo, una gran avenida de pelos como no pensé que existía. Ya mi inquieta lengua había hecho su trabajo y Mónica jadeaba retorciéndose de excitación, me levanté y me liberé de mi bermuda y camisa con lo que quedé totalmente en pelotas delante de ella, mientras Mónica se sentaba en el borde de la cama, y yo con la polla apuntado directamente a su cara en una descarada oferta a que me la chupara, mensaje que entendió inmediatamente, porque tomando el palo se lo introdujo diestramente en su boca mamando solo la cabeza al principio, para luego tragársela hasta el fondo de su garganta mientras que con una mano sobaba mis pelotas, ahí nuestras miradas se cruzaron y mientras me mamaba el garrote mantenía su mirada fija en mis ojos como pidiéndome la aprobación de su accionar, ¡la muy putica me estaba llevando al Paraíso!, Y con un pedazo dentro de la boca me dice, -"¿Le gusta?", Y le contesto -"Claro, pero no sé si tienes más sabroso el culo o la boca, por lo pronto sigue así".

Siguió lamiendo los lados del tolete y las bolas; la hice acostar y empecé a girar el torso hacia un 69 hasta que tuve su mota de vellos en mi cara y apartando sus hebras me puse a lamer su clítoris abultado por la excitación, sepultando mi nariz y mi lengua dentro de la peluda y húmeda grieta que ya en ese momento chorreaban sus jugos los que empaparon mi cara y que bebí con fruición seguí hasta su ano hundiendo mi lengua en el pardo esfínter trapeando de paso todo el canal, mientras sentía como succionaba con apetito la tranca y es cuando Mónica me dice con voz ronca y lasciva, -"Señor Fernando dejémonos de formalismo vamos a culear de verdad, necesito ya su verga dentro de mí, por favor ¡métamela ahora en el coño!".

Reubicándome nuevamente me coloqué entre sus piernas, abrí completamente su bisagra y coloqué mi cabeza brillante por su saliva en medio de los labios de su chucha y empujé suavemente viendo como el duro garrote entraba entre sus labios peludos, hasta que sus vellos se juntaron con los míos, ella recibió la gran dosis de polla con un suave, -"Ohhhh….Por fin me lo comí", abrí su blusa tomé sus pezones erguidos lamiéndolos ávidamente, mientras que la polla se daba un gustazo entrando y saliendo alternativamente como un pistón formando una espumarada en los pelos de la entrada, levantó sus piernas poniéndomelas en los hombros y así la picha se sumergió en toda su extensión, con la respiración agitada me decía, -"Métala toda que quiero sentir los huevos contra el culo,… ¡qué picha se gasta Ud..!" y no duró mucho para que Mónica pasara sus piernas alrededor de mis caderas incrustándose el pene hasta el fondo, gimiendo en un "¡Ahhh!….qué vergota…qué delicioso,.. ¡mas!…¡mas!…¡ohh!" explotó en un largo orgasmo que aceleró el mío, sólo pude decir, -"Así Mónica, cómete la verga toda, desde que te vi ese vallecito peludo soñé con derramarme dentro de ti, muévete... ¡¡¡Muévete!!!... Que me vengo…¡¡¡Toma mi lechita!!!...".

Los espasmos de su coño precipitaron las descargas de leche sucesivas que culminaron esa notable faena, mí semen y sus jugos desbordándose a borbotones por entre sus labios y la tranca, empaparon su pelambre oscuro.

Me levanté lentamente envuelto aún en el fragante olor de su sexo y al momento caí en cuenta hasta donde me había llevado la lujuria con una joven vecina, seguramente menor de edad, por lo que trémulamente le digo, -"Discúlpame Mónica, no sé qué me pasó pero no pude contenerme, es que en pompa eres excitante" y ella sonriendo contesta, -"Tonto no te preocupes, desde los catorce años cuando me inyectabas ya me calentaba cuando masajeabas mi cola y ayer me di cuenta como se te hinchó la verga cuando viste mí vulva, por lo que se me ocurrió este truco ya que este supositorio es solo para bajar la fiebre, sin embargo el que me bajó la fiebre fue el tuyo y en ambos huecos".

Sobra decir que mientras estuvo mi esposa de vacaciones, diariamente apliqué en ese bello bosque el tratamiento iniciado.

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