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lunes, 25 de agosto de 2008

Relatos Eróticos: Consulta Privada

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Era una mujer atractiva, a sus 26 años y tras su primer embarazo se veía muy hermosa, el tipo de mujer que tras este estado mejoran su figura, su cabello rubio hasta los hombros, su blanca piel y lisa, sus delicadas y agraciadas formas, estrecha cintura y esa linda cara mezcla de ángel y niña inocente, que acompañada de su deliciosa voz me enloquece. Aquel día sin embargo la notaba diferente, había acudido a mí por presentar molestias en sus pechos, dado que era de las últimas pacientes del día la clínica permanecía prácticamente sola, pues la secretaria había pedido permiso para salir temprano, solo a lo lejos se escuchaba el sonido de las personas que realizan la limpieza del edificio al final del día.

- Hola Doctor! Buenas tardes! Me saludó con un beso en la mejilla, lo cuál habitualmente nunca ocurre.

- Hola Diana! Buenas tardes! Como has estado? Le contesté correspondiendo a su saludo. Como está tu esposo?

- Se encuentra de viaje desde hace quince días y no lo veré hasta dentro de 2 semanas más.

- Que te trae por acá esta vez? Le pregunté.

- Lo vengo a ver porque desde hace tres días presento un dolor muy intenso en mis pechos, lo cual me ocasiona una sensación muy rara; no sé que hacer, he tomado varios remedios caseros...

- Sin dejarla terminar la frase le reclamé. Remedios caseros...

- Si, perdón... respondió un poco turbada.

- Al notar que se ponía un poco apenada me controlé, pues era mi paciente desde hace aproximadamente 1 año, así que tratando de brindarle confianza le pregunté. Que tipo de molestias?

- Los siento muy apretados.

- Has alimentado bien a tu bebé?

- Si, incluso siento que se llena y me sale mucha leche. Además algo de fiebre, el pecho un poco apretado.

- Tras terminar el interrogatorio, pensé que se podría tratar únicamente de una simple congestión mamaria, así que le indique que pasara a ponerse una bata para realizar el examen de la parte afectada, de tal forma que únicamente se quitaría su ropa de la cintura hacía arriba.

- Tras un breve momento durante el cuál aproveche para hacer algunas anotaciones clínicas referentes a sus molestias apareció ante mí y me dijo: No he encontrado la bata. Cubriéndose con sus manos cruzadas tratando de cubrir sus pechos y me preguntó: Así estoy bien?

- En ese momento recordé que la anterior paciente que había revisado y que había presentado un sangrado moderado la había manchado, por lo que ordené a la secretaria que la cambiara, la cuál por sus prisas de salir no había repuesto con una bata limpia antes de retirarse. Un poco apenado bajé la mirada y comenté... perdón, creo que mi secretaria olvidó poner una nueva bata después de retirar la anterior porque estaba manchada.

- No se preocupe, no siento pena, después de que ya me ha visto en otras ocasiones, no siento desconfianza.

- Iré enseguida a traer una.

- Oh! perdón, no quise hacerlo sentir mal, no hay ningún problema. Si quiere puede así revisarme, me contestó al mismo tiempo que retiró sus manos de los pechos.

- En ese momento levanté mi cabeza y tratando de conservar un poco de aplomo le indiqué que se recostara en la mesa de exploración. Tenia los pechos muy crecidos a consecuencia de la acumulación de leche, eran muy blancos y a pesar de alimentar al bebé sus pezones no se encontraban muy crecidos, los cuales se veían de un color rojo encendido y al caminar se balanceaban de un lado a otro, provocándome gran excitación. Llevaba además una falda muy corta, de color rojo que en estas condiciones marcaban a través de su ropa la redonda forma de sus nalgas, las cuales parecían duras y marcadas a consecuencia de la rutina de ejercicios que realizaba para conservar su figura, pues durante sus consultas en alguna ocasión me había preguntado qué es lo que podría hacer para no verse muy gorda después de la maternidad, llevaba medias de color claro que delineaban aún más sus bien torneadas piernas, las cuales se marcaban aún más a consecuencia de las zapatillas de color rojo con tacones de 10 cms. que traía puestas, realmente parecía que nunca en la vida esta mujer hubiera tenido un hijo.

Al darse cuenta de mi turbación sus mejillas se encendieron, pero sin hacer ningún comentario se dirigió a la mesa de exploración, tendiéndose sobre ella, en su prisa por realizar esta maniobra se recostó sobre la sábana, lo cuál debido a la anterior escena me sentí apenado de indicarle que dejara que la quitara para cubrir el resto de su cuerpo y colocó sus finas manos a los lados.

Me dirigí hacia ella y me coloqué de su lado derecho, un poco de frente y tratando de conservar la calma le pregunté. ¿en donde es exactamente donde sientes tu molestia?

- Señalando con ambas manos, noté como levantaba ligeramente sus pechos y con una voz muy seria me indicó, me duele todo!

- La miré fijamente a sus ojos y le contesté. Bien, habrá que revisarlos en general.

- Con un leve movimiento de su cabeza y voz pausada contestó: Esta bien.

- Al realizar un leve contacto para iniciar la revisión, separó mi mano exclamando: ¡me duele!

- Es necesario revisar. Contesté con seguridad. Al mismo tiempo de realizar la revisión le comenté: No hay duda, tus pechos se encuentran muy congestionados al tiempo en que notaba que salía una gran explosión de leche en uno de ellos.

- En verdad has estado alimentando bien a tu bebé?

- Sí, contestó ella, incluso a veces siento que se ahoga, pero se llenan muy rápido...

- Sin dejarla terminar de contestar le indiqué que era necesario realizar el vaciamiento de sus pechos, para lo cuál debería comprar una bombilla adaptada a una perilla de esas que venden en la farmacia y realizar el vaciamiento con mucha delicadeza para no lastimarlos más.

- Es eso efectivo?. Contestó ella.

- Sí, es algo seguro, le indique.

- Qué otra cosa puedo hacer? Si esto que me dijo falla, siento que me voy a morir.

- No te preocupes, es algo sencillo, aunque también podrías dar masaje y realizar el vaciamiento por la simple presión.

- Me puede enseñar?, la verdad siento que si esto falla y pasa un día más me muero.

- De acuerdo, contesté. Lo primero que debes hacer es realizar suavemente con tus manos movimientos circulares alrededor del pezón y después apretar suavemente para que puedan vaciarse. Tras lo cuál indiqué que lo realizara.

- Torpemente trató de hacer lo que le había indicado sin éxito, y con una voz desesperada me dijo que le ayudara.

Me acerqué un poco más y le pedí que se relajara, tras lo cuál comencé a masajear en forma circular alrededor de sus pezones mientras ella miraba atentamente como lo realizaba, con un suave movimiento apreté alrededor del pezón de uno de sus pechos del cuál brotó un manantial de leche.

- Oh! Me duele! indicó ella.

Traté de retirar mis manos creyendo que la había lastimado pero ella insistió.

- Perdón, continué yo, creo que es porque se encuentran muy llenos.

Durante 10 minutos continué dando suave masaje alternando cada uno de sus pechos y en verdad parecía que contra más presionaba, más leche tenía. Anteriormente me había tocado atender casos similares, pero a diferencia de éste el volumen del pecho siempre disminuía, y comenté: bueno, ya has visto como realizar tus movimientos, intenta hacerlo por ti misma.

- No puedo, me dijo con cara de desesperación. Mejor continúe usted. Pero me siento un poco incómoda por la posición. Puedo sentarme? pregunto ella.

- De acuerdo, contesté.

Le ayudé a enderezarse y al momento de levantarse separó un poco sus piernas lo que ocasionó que se levantara un poco su minifalda, dejando entrever un diminuto calzón de color rosa, de seda, con pequeños encajes del mismo color, que asomaban unos pequeños y rizados bellos rubios a los lados. En ese momento empecé a notar que mi miembro creció y disimuladamente metí una de mis manos en el pantalón para disimular el apuro, sin embargo éste al contrario aumentaba inconscientemente su tamaño y más aún al dejar ver casi por completo sus blancas, delgadas y apetitosas piernas, sintiendo que una de sus rodillas se aproximaba a mi virilidad. Mientras que ella apenada intentó bajar un poco su falda disimuladamente, la cuál había quedado atorada entre sus nalgas debido a su mismo peso, por lo que intentó pararse, pero debido a que me encontraba frente a ella trató de que el incidente pasara desapercibido para no hacer mas bochornosa la acción y con un suave movimiento de su cadera hacia atrás logró descenderla sólo en la parte posterior y tratando de conservar un poco de aplomo me pidió que continuara extrayendo la leche de sus pechos. Yo en verdad me encontraba muy excitado, y con mis manos temblorosas continúe mi anterior tarea, la cuál debido a mi excitación me parecía más un martirio por mi posición frente a ella y aquel suculento panorama, pues ya no solo podía ver sus bellas piernas y su ropa interior y aquellos tiernos vellos púbicos delgados y dorados que parecían burlarse de mí desde su escondite, sino que debido al gran tamaño de sus pechos ahora me parecía algo excitante. Tras el masaje inicial tomé su pecho y lo presioné suavemente, saliendo un gran chorro de leche, el cuál salió expulsado de lado directamente sobre mi bata.

- Oh! perdón! exclamó ella.

- No tenga cuidado, le comenté al mismo tiempo que podía apreciar una gran mancha justo a la altura de mi pecho sobre la bata la cuál adquirió un leve tono amarillo.

- Es que fue mi culpa, inquirió ella. Tendré que llevármela al final para lavarla, me comentó un poco apenada.

- No tenga cuidado.

- Insisto, contestó ella. Además si continúa con ella puesta manchará el resto de la ropa, creo que debería quitársela.

En buen lío estoy, pensé en el acto, ya que si la retiraba podría darse cuenta en el acto que presentaba una tremenda erección, difícil de ocultar sin aquella parte de mi uniforme que siempre uso, por lo que dije que no tuviera cuidado, que era mejor terminar de extraer la leche.

No, insisto, al tiempo que desabotonó mi bata en la parte superior inicialmente y después por completo, por lo que no me quedó más opción que retirarla antes de continuar mi martirio. Así que puse la bata a un lado de donde ella se encontraba sentada y pudo notar a través de mi pantalón el tamaño crecido de mi miembro y tratando de disimular me dijo que continuara. Levemente tocó con su rodilla sobre mi ropa y frotó ligeramente, convenciéndose de que me había provocado una erección. Mientras tanto yo disimuladamente continué con mi tarea al tiempo que colectaba la leche en un recipiente de plástico, pues de lo contrario todo quedaría manchado. Notando que sus mejillas y sus pechos se tornaban encendidos, sin duda alguna que estaba excitada, y de alguna manera la abstinencia prolongada por no ver a su esposo contribuía en gran parte con ese acontecimiento, ya que seguramente llevaba todo ese tiempo sin practicar sexo. Lo cuál me excitó aún más el imaginar la fogosidad de ella de darse un encuentro sexual, por lo que disimuladamente sujeté y apreté un poco más fuerte uno de sus pechos, saliendo un gran chorro de leche que expulsó aproximadamente a 2 metros de distancia tras lo cuál a propósito exclamé ¡que desperdicio! , pensar que algunas mujeres que quieren amamantar no pueden hacerlo y aquí estamos tirando una gran cantidad de leche.

- Mirándome muy seria y fijamente a los ojos me contestó: En verdad crees que sea un desperdicio?

- Si lo creo, pues es mucha y se ve muy gruesa.

- Con una tímida voz me contestó: Además es muy dulce.

- En verdad? contesté de una manera sincera, pues hasta ese momento me encontraba soltero y a pesar de los múltiples encuentros anteriores que había tenido con mujeres, no había probado nunca ese néctar que hasta ese momento se me había negado.

- Bueno, es que en ocasiones la he probado y eso me parece.

- Oh¡ no sé, yo nunca he probado la leche de una mujer, bueno; que yo recuerde y simultáneamente al siguiente apretón hice un movimiento simulando que tomaba unas gotas con mi índice derecho y lo llevaba a la boca.

- En ese momento se puso totalmente roja y le pedí disculpas, mientras notaba que ella continuaba jugando con su rodilla con leves movimientos de frote sobre mi miembro, el cuál para entonces sentía que ya quería estallar. Si quieres puedes probar un poco, pero si me prometes que no lo contarás a nadie.

- Seguro! me apresuré a contestar.

- Ella cerró sus ojos, mientras yo descaradamente me aproximé a mamar esos suculentos pechos sin importarme nada, pues me hallaba fuera de sí, ya que se trataba de una invitación a la que por ningún motivo me podía negar. Ella inclinó su cabeza un poco hacía atrás; mientras yo mamaba apuradamente como un becerro.

- Mmmm. que rica leche, exclamé, sin duda que esto es lo más efectivo para lograr vaciarlos. Ella sin responder aflojó aún más su cuerpo y yo descaradamente estrujé aún más sus pechos con mis manos abiertas, acariciándolos, chupando esos bellos pezones hasta momentos antes inalcanzables.

- oh, oh, oh! exclamaba ella. Doctor... no siga... me estoy excitando.

Eso era precisamente lo que pretendía, al mismo tiempo que gozaba de esa rica y tibia leche que atragantaba mi boca.

- Por favor... no siga... Se lo suplico! exclamó ella. Mientras yo chupaba con más fuerza, al tiempo que apretaba aún más sus pechos, sintiendo además como escurría su leche entre mis mejillas, restregué mi boca entre sus 2 pechos y aprovechando que su cuerpo se curvaba hacía atrás descendí mi mano lentamente entre sus piernas.

- No! oh... exclamó con un profundo suspiro. No siga, me vuelve loca... mientras con un leve movimiento levanté una de sus piernas y subí un poco más su falda. Mientras deslizaba mi mano entre su pantaletita, alcanzando aquella sabrosa rajita que para estos momentos se encontraba totalmente inundada por sus propios jugos. Por favor... déjeme tocarlo a usted, bajó de inmediato el ziper y tocó a través de mis boxers. oh! estoy tan excitada... En ese momento introduje uno de mis dedos en su raja y lo dirigí sobre su pared anterior, en forma de gancho, frotando de arriba hacía abajo repetidamente.

- Por favor!.. déjeme sentirlo!.. se lo suplico!.. ooooh!.. que rica sensación... Siento que me vengo... oh!...

En ese momento besé sus labios, pasando mi lengua en el interior de ella, despacio, apretujé sus nalgas con gran descaro y levanté aún más su falda. Ella continuaba jugueteando con mi miembro y lo acercó hacía su empapada raja, hice su calzoncito hacía un lado y embestí furiosamente hasta sentir que chocaba hasta lo más profundo de esa tibia cueva que parecía quemarlo de lo caliente que estaba, arremetí furiosamente en varias ocasiones con movimientos cada vez más rápidos, mientras me aferraba a sus nalgas las cuales empujaba hacia abajo y hacía arriba.

oh!... no puedo más!!! exclamó al tiempo que presentaba un profundo orgasmo mientras yo continuaba penetrándola. Después continué mi labor de apretar cada vez más fuerte sus pechos y le ordené que se diera la vuelta. Ella se bajó de inmediato y con pasos vacilantes se dió la vuelta, besé lentamente su cuello, detrás de la oreja y recorrí lentamente su espalda hasta su cintura mientras continuaba masajeando los pechos, por un momento pensé en quitarle las medias y su falda, pero al levantar su falda noté que estas adornaban bellamente su precioso culo, besé sus nalgas con gran frenesí mientras continuaba estimulándola en su vulva. Después me incorporé y recorrí lentamente mi miembro erecto sobre la rayita de su culo, al tiempo que escurrían a través de ella mis secreciones, sin que hasta el momento lograra venirme, sus zapatillas de tacón alto me ofrecían un gran espectáculo por la inclinación que tenían sus nalgas.

No!.. por allí no!.. por favor. Nunca lo he hecho de esa manera. lo cuál me excitó aún más. Sin embargo deslicé de nuevo mi miembro erecto sobre esa tibia cueva, la cuál de nuevo me permitía entrar pero ahora por detrás, facilitándome penetrarla con mayor comodidad, embestí de nuevo con gran fuerza durante varios minutos, durante los cuales presentó ahora 2 orgasmos seguidos. Cansada por la acción se reclinó aún un poco más sobre la mesa. Yo aproveché sus jugos vaginales para frotar entre sus nalgas con una mano. No me quería perder por ningún motivo el inaugurar esa linda cuevita que hasta ese momento no había sido ocupada. No!.. eso no!.. replicó débilmente. Yo acariciaba aún más sus pechos con la otra mano. Besaba su cuello, detrás de su oreja, mientras escuchaba lo entrecortado de su respiración. Deslicé aún un poco más profundo uno de mis dedos alrededor del ano, con movimientos suaves, circulares alrededor de ese orificio, lo deslicé después suavemente en su interior, notando que se relajaba poco a poco lo tenso de sus paredes, ah! ah! ah! ahhhh! exclamó con un profundo suspiro, sin duda alguna estaba preparada para recibir mi erecto miembro, el cuál sentía que estaba más crecido que nunca y delicadamente se fue deslizando centímetro a centímetro en el interior hasta su empuñadura. ooooh! no te detengas... sigue... me decía mientras notaba un leve sudor en su frente y sus manos apretaban con rabia la sábana que se encontraba en la mesa. No te detengas... no te detengas... mientras leve y rítmicamente movía mi cadera hacía adelante y atrás en un rico mete y saca. Sin duda alguna que era una hembra muy caliente, pensé. Más rápido... más rápido... oooh! exclamaba mientras escapaban por sus verdes ojos unas pequeñas lágrimas que me hicieron sentir por un momento culpable. Me vengo... me vengo... oooh! Lo cuál me hizo sentir menores remordimientos, pues en lugar de lastimarla estaba gozando locamente, esto me excitó aún más y embestí con mayor fuerza hasta derramarme en su interior abundantemente, sintiendo como escurría mi leche a través de su colita al retirarme de ella.

Ella desfallecida se tendió sobre la mesa de exploración, mientras que yo quedé encima de ella. Sin duda alguna era la experiencia más excitante de mi vida. Permanecimos recostados encima uno de otro por algunos momentos. Después me incorporé y ella lo hizo más lentamente. Me dirigí a mi escritorio y ella me siguió con pasos vacilantes hasta una silla con un profundo y excitante olor a sexo. Permaneció callada por unos momentos, después me miró y con un gran sonrisa me dijo que nunca había vivido una experiencia así.

- Cuanto le debo? me preguntó.

- oh! no es nada, dije con una voz temblorosa.

- Creo que intentaré comprar el aparato de la farmacia que me indicó.

- Si. Le contesté.

- Se levantó y se vistió lentamente de nuevo. Puedo verlo de nuevo en una semana?

- claro! cuando sea necesario.

- Se acercó a mi y me dió un profundo beso. Después me prometió volver la siguiente semana. Pero pidió tener la última cita y me dijo al tiempo que pasaba su dedo sobre mi boca lentamente de arriba hacía abajo. Pero no se te olvide que debemos estar solos... no quisiera que estuviera nadie, quiero tener contigo una consulta pri-va-da... y sin más se alejó.

Autor: Apolo

Fuente: http://www.relatoshospitalarios.com/

1 comentario:

gatita dijo...

Mm que rico
Me moje jeje