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jueves, 28 de agosto de 2008

Relatos Eróticos: La Joven y el Ginecólogo

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Hola me llamo Natalia, tengo 18 años y estudio en una escuela privada en las afueras de Buenos Aires, en Argentina. Quiero contarles algo asombroso que me ocurrió hace poco. Todo comenzó cuando empecé a sentir un molesto ardor en mi vagina que me preocupaba, pero no quería alarmar a mis padres así que un día en que ya no lo soportaba más, se lo comenté a mi profesora de Matemáticas que es con la que mejor relación tengo. Ella me dijo que la escuela tenía un médico ginecólogo para atender a las alumnas incluso en horario escolar, de manera que me envió a verlo de inmediato.

El doctor González, que así se llama, estaba desocupado y me hizo pasar a su consultorio. El doctor tiene alrededor de 50 años y es muy guapo, alto, muchas canas en el cabello y muy amable en el trato. Lo primero que hizo fue pedirme que me quitara la bombacha y me hizo sentar en una cama ginecológica. Es un sillón común pero tiene dos brazos en los cuales las chicas quedamos con las piernas levantadas y muy abiertas para que el médico pueda examinarnos la vagina con comodidad.

El doctor se puso unos guantes, subió mi falda hasta que quedó arrollada en mi cintura y con mucha suavidad me abrió los labios de la vagina. Mientras me la examinaba me hizo algunas preguntas.

-¿Cuánto hace que te arde de esa manera, Natalia?
-Desde hace tres o cuatro días, doctor.
-¿Cuándo tuviste sexo por última vez?
-Hace cuatro días si no me equivoco.
-¿Fue con tu novio o con algún chico que conociste?
-Con mi novio.
-¿Y fue normal, como siempre, o notaste algo extraño?
-Pues la verdad es que me dolió un poco -respondí- Pero otras veces también me ha pasado. Sucede que la tiene un poco grande, creo que es por eso.

Mientras hablábamos el doctor no dejaba de tocarme la vagina y yo sentí que empezaba a humedecerse. Estar abierta de esa manera, hablando de esos temas mientras él me tocaba con sus dedos expertos me estaba excitando.

-Creo que sé lo que te pasa pero tengo que estar seguro. Natalia voy a tocarte el clítoris y quiero que me digas lo que sentís.
Sus dedos se apoyaron sobre mi clítoris, lo acariciaron, y no pude evitar lanzar un suspiro.
-¿Esto te excita Natalia?
-Mucho -respondí entre jadeos-.
-Bien, muy bien, es buena señal. Decime que sentís ahora.
Dijo eso y me hundió un dedo profundamente en la concha. Lancé un "ahhhh" prolongado y me aferré a los bordes de la camilla.
-Veo que también te excita -observó el doctor-. Me estaba metiendo y sacando el dedo muy lentamente, y la verdad es que me volvía loca.
-Mucho, mucho de verdad -respondí pasándome la lengua por los labios-. Miré al doctor y pude darme cuenta claramente que en su pantalón tenía un bulto. El también estaba excitado.
-Bien, dejame ver una cosa más. Quiero mirar tus pechos.
Me abrió la blusa y se encontró con mis tetas. Mis pezones estaban durísimos. El doctor se sorprendió de que no usara corpiño.
-¿Nunca te ponés soutien?
Le expliqué que no. Mis pechos no son grandes y me gusta tenerlos libres. El doctor miró muy de cerca mis pezones, los pellizcó un poco aumentando mi excitación y pareció conforme con el examen.
-Bien, bien. Es tal cual lo pensaba. Para sacarme la última duda, ¿practicás sexo anal? ¿Lo hiciste con tu novio la última vez?
Respondí que sí. Entonces el doctor se cambió los guantes y lubricó su dedo mayor con un aceite que tenía sobre una mesita.
-Si esto te duele tenés que decírmelo.

Después de decir eso, me hundió el dedo lubricado en el agujerito del culo. Lancé un grito mitad dolor mitad placer, mi espalda se arqueó en el sillón y quedé casi en el aire, sólo apoyada por mis manos y mis pies. El doctor hizo girar su dedo, con la otra mano me abría las nalgas todo lo posible, lo metió y sacó un par de veces y luego lo miró.

-Perfecto, está todo perfecto. Bueno Natalia, necesito una muestra de tu jugo vaginal para hacer unas pruebas de laboratorio. Te pido que te relajes y me ayudes a obtenerla.
Entonces me metió un dedo en la vagina, luego otro, mientras me acariciaba el clítoris. El doctor me hizo una paja maravillosa mientras me alentaba "dámelo chiquita, dámelo, lo quiero todo, dámelo". Tuve un orgasmo increíble.
-Muy bien, muy bien Natalia, te agradezco por colaborar. Me diste mucho jugo -dijo él mientras juntaba mi orgasmo en un frasco-.

Mientras yo ordenaba mi ropa, el doctor González me explicó:
-El ardor que sientes te lo provoca tu ropa interior. Algún producto que utiliza tu madre para lavarla, supongo. Las pruebas de laboratorio me lo van a confirmar. Por eso te arde la vagina pero no los pechos. Por eso te pido que durante una semana no uses bombacha ni corpiño. No creo que sea mucho problema para vos, ¿verdad?
Le dije que estaría bien.
-Tampoco tengas sexo durante una semana, y vení a verme a mi consultorio para un segundo examen.

Estuve de acuerdo. El que se puso muy loco cuando le conté fue mi novio Fernando. "No voy a aguantar una semana sin coger", me dijo. Pero encontramos una solución: el médico no había dicho nada sobre el sexo oral, así que cuando nos veíamos le hacía una mamada.
Mi novio estaba encantado de que le chupara la pija hasta hacerlo acabar en mi boca, pero yo estaba cada vez más caliente porque no podía ni tocarme. Además el hecho de andar todo el día sin ropa interior aumentaba mi excitación. Los chicos de la escuela ya se habían enterado de mi problema, y me espiaban bajo la falda todo el tiempo cuando me sentaba o cuando subía las escaleras.

Pasó la semana, volví al consultorio del doctor González y lo encontré reunido con otro médico de su misma edad e igual de guapo.
-Pasá Naty, él es el doctor García. Estuvimos hablando de tu caso. Bien, está todo confirmado, tu madre deberá lavarte la ropa interior con otro producto.
Me quedé muy tranquila al saber eso. La verdad el ardor había desaparecido por completo.

El doctor González hizo que me sentara otra vez en la camilla ginecológica y junto con su colega me examinaron la vagina.
-Está perfecta -dijo González después de mirarla, e invitó a García a que me examinara.
Apenas García me metió un dedo empecé a gemir. Una semana sin coger, y ahora dos hombres maduros mirándome semi desnuda y tocándome la vagina fueron demasiado para mí.
No hizo falta que nadie dijera nada. El doctor González se puso de pie entre mis piernas abiertas, sacó su verga y me la metió en la concha de un solo golpe. Dí un grito de placer y de inmediato el doctor García me metió su pija en la boca.

Yo me sentía en el paraíso. González me metía y sacaba la pija con fuerza mientras yo mamaba al doctor García, que tenía un tronco más grueso que el de mi novio. Era la verga más grande que jamás había visto.

Me bajaron de la camilla y quedé de pie entre los dos hombres. "Sos una chica maravillosa", me dijo el doctor González y me metió la lengua en la oreja. Levantó mi pierna izquierda, la sostuvo con su mano debajo de la flexión de mi rodilla y me metió la verga en la concha otra vez. Mientras me chupaba las tetas, mordía mis pezones, los estiraba con los dientes.
García estaba detrás de mí. Yo podía sentir que guiaba su verga buscando la entrada de mi culito, cuando la encontró me hundió la cabeza enorme y lancé un grito.
-Qué chica hermosa -dijo García entre jadeos- Mirá cómo se come dos pijas enormes a la vez.

Me tenían de pie, en medio de los dos, bombeándome verga sin parar por mis dos agujeros. Nunca me habían cogido mejor. Yo gemía, gritaba y tenía un orgasmo detrás del otro.
-Sos una nena hermosa -decían- Una putita de primera. Es una maravilla la manera que se te abre el culo.

Me pusieron en cuatro, de rodillas sobre una silla. Por turno, los médicos me metían y sacaban la verga del culo y se excitaban más cuando veían mi agujero completamente dilatado. Escupían dentro de él y me la volvían a meter.
Después me arrodillé entre los dos y les chupé la verga hasta sacarles toda la leche. Me la tiraron en la boca, la cara, el pelo y las tetas.
Fue la experiencia más maravillosa que he tenido. Luego nos volvimos a ver en la casa del doctor González, me hicieron sandwich entre ellos dos.

Kate Moss y su producción fotográfica en la revista Interview

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La polémica modelo Kate Moss realizó un desnudo para la conocida revista Interview y protagonizó una larga e intimista entrevista , algo poco común en ella.

Kate Moss fue “la modelo” de los años noventa. Nacida en Inglaterra, fue durante mucho tiempo la cara de varias marcas de primer nivel mundial como Gucci, Dolce & Gabbana, Versace, Chanel y Dior. Moss protagonizó varias polémicas hasta que en el 2005, un diario de su país publicounas fotos donde se encontraba aspirando varias lineas de cocaina . Desde aquel momento su carrera se vino a menos y vivió momentos turbios al mejor estilo “Britney Spears”.

En la entrevista, Kate hablo abiertamente sobre su vida “puertas adentro” y sobre su vida sexual: “Creo que es porque sabemos. Tenemos experiencia”, dijo en referencia a su opinión sobre que las mujeres arriba de los 30 son mejores en la cama.

Sobre los hombres, aseguró que lo primero que mira en ellos son “sus ojos o sus labios”. Sin embargo, “a las mujeres lo primero que les miro son sus pechos”.

“Pienso que los implantes son horribles”, dice dándole contexto a su declaración, “los he sentido y son espantosos”. Además, en lo que parece ser una campaña “anti- siliconas”, la modela sigue: “varias de mis amigas se las hicieron y casi todas les fue mal” y pone ejemplos donde a una de ellas le empezó a crecer tanto un implante que le “salía sangre por el pezón”. A otra, “se le subió tanto la silicona que le llego al hombro” y tuvo que andar con tres “boobies”.

Además de tanta crítica interesante, la supermodelo aseguró que los momentos más importante de su vida fue cuando conoció a Frank Sinatra y Bob Dylan.

Fotos de la producción de Kate Moss para la revista Interview




Fuente: MinutoUno

martes, 26 de agosto de 2008

Biografía y Fotos de Keanu Reeves

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Biografía de Keanu Reeves

De madre inglesa y de padre chino-hawaiano. Precisamente será a causa del trabajo de su padre, un geólogo que abandona a su familia cuando Keanu era un adolescente, vivió en Líbano, Hawai, Australia, Nueva York y Toronto. Su nombre significa "brisa fresca de las montañas" en hawaiano. Será en Canadá donde decida abandonar los estudios y dedicarse a la interpretación. Allí estudió arte dramático mientras trabajaba en el Theatre Arts High School, intervino en alguna serie de televisión como "Hanging" y rodó sus primeras películas.

A los dieciséis años se estableció definitivamente en Los Angeles para probar fortuna en Hollywood. A principios de los años ochenta realizó algún spot publicitario para marcas comerciales tan conocidas como Coca-cola o Kellogs Cornflakes.

Poco después comenzó a interpretar papeles secundarios en irregulares producciones norteamericanas como "Las amistades peligrosas". Realizó siendo muy joven trabajos con los todavía desconocidos Patrick Swayze o Rob Lowe en "Young blood" película con la que la crítica especializada empezó a tomarle en serio, luego vinieron éxitos como la surfera "Le llamaban Bodhi", "Mi Idaho privado", de Gus van Sant, donde hizo un sobresaliente trabajo; "Speed" junto a Sandra Bullock o "Mucho ruido y pocas nueces, una adaptación de la obra de William Shakespeare dirigida por Kenneth Branagh.

Confiesa que tiene miedo a la oscuridad aunque le llaman "El Muro", apodo surgido de los partidos de hockey que jugaba de adolescente (jugaba de portero). Entre sus aficiones están jugar al hockey sobre hielo, los bailes de salón y montar en moto (tiene una Norton Combat Commando de 1974) aunque ya ha tenido más de un susto (tuvieron que extirparle el bazo tras un accidente de tráfico con la moto). También toca el bajo en el grupo Dog Star. Normalmente tiene que desmentir en todas las entrevistas su fama de gay que le viene desde que encarnó a uno en la película de Van Sant.

Trabajó con la actriz española Aitana Sánchez-Gijón en la producción del mexicano Alfonso Arau, "Un paseo por las nubes" (1995). Al parecer tiene manías un poco excéntricas y se oyen rumores que lo acusan de ser un maleducado y de no ser demasiado aseado. Tiene un rostro impasible y unos rasgos increíblemente excéntricos que le ayudan a darle una fuerza y madurez que consiguen enamorar a la cámara. Cuenta en su haber con más de una treintena de películas y su prometedora carrera cinematográfica hace augurarle que el número aumentará de manera considerable.

En alguna ocasión ha dicho: "Mi nombre no puede ser tan difícil de pronunciar".

Filmografía de Keanu Reeves

Dueños de la calle (2008) actor
Una mirada en la oscuridad (2006) actor
La casa del lago (2006) actor
Thumbsucker (2006) actor
Constantine (2005) actor
Matrix reloaded (2003) actor
Matrix Revolutions (2003) actor
Cuando menos te lo esperas (2003) actor
Hardball (2002) actor
Noviembre dulce (2001) actor
Equipo a la fuerza (2000) actor
Juego asesino (2000) actor
Pactar con el diablo (1997) actor
Reacción en cadena (1996) actor
Luna sin miel (1996) actor
Johnny Mnemonic (1995) actor
Un paseo por las nubes (1995) actor
Speed: Máxima potencia (1994) actor
Pequeño buda (1993) actor
La disparatada parada de los monstruos (1993) actor
Ellas también se deprimen (1993) actor
Mucho ruido y pocas nueces (1993) actor
Drácula de Bram Stoker (1992) actor
Le llaman Bodhi (1991) actor
Mi Idaho privado (1991) actor
El alucinante viaje de Bill y Ted (1991) actor
Te amaré hasta que te mate (1990) actor
Dulce hogar, a veces (1989) actor
Las alucinantes aventuras de Bill y Ted (1989) actor
Las amistades peligrosas (1988) actor
Siempre con nosotros (1988) actor
Youngblood (Forja de campeón) (1986) actor
Bajo la influencia (1986) actor
Realidad y ficción actor
Matrix actor
Premonición actor
Instinto sádico actor
La noche antes actor
The night watchman actor

Fuente: Yahoo Cine

Fotos de Keanu Reeves





lunes, 25 de agosto de 2008

Relatos Eróticos: Consulta Privada

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Era una mujer atractiva, a sus 26 años y tras su primer embarazo se veía muy hermosa, el tipo de mujer que tras este estado mejoran su figura, su cabello rubio hasta los hombros, su blanca piel y lisa, sus delicadas y agraciadas formas, estrecha cintura y esa linda cara mezcla de ángel y niña inocente, que acompañada de su deliciosa voz me enloquece. Aquel día sin embargo la notaba diferente, había acudido a mí por presentar molestias en sus pechos, dado que era de las últimas pacientes del día la clínica permanecía prácticamente sola, pues la secretaria había pedido permiso para salir temprano, solo a lo lejos se escuchaba el sonido de las personas que realizan la limpieza del edificio al final del día.

- Hola Doctor! Buenas tardes! Me saludó con un beso en la mejilla, lo cuál habitualmente nunca ocurre.

- Hola Diana! Buenas tardes! Como has estado? Le contesté correspondiendo a su saludo. Como está tu esposo?

- Se encuentra de viaje desde hace quince días y no lo veré hasta dentro de 2 semanas más.

- Que te trae por acá esta vez? Le pregunté.

- Lo vengo a ver porque desde hace tres días presento un dolor muy intenso en mis pechos, lo cual me ocasiona una sensación muy rara; no sé que hacer, he tomado varios remedios caseros...

- Sin dejarla terminar la frase le reclamé. Remedios caseros...

- Si, perdón... respondió un poco turbada.

- Al notar que se ponía un poco apenada me controlé, pues era mi paciente desde hace aproximadamente 1 año, así que tratando de brindarle confianza le pregunté. Que tipo de molestias?

- Los siento muy apretados.

- Has alimentado bien a tu bebé?

- Si, incluso siento que se llena y me sale mucha leche. Además algo de fiebre, el pecho un poco apretado.

- Tras terminar el interrogatorio, pensé que se podría tratar únicamente de una simple congestión mamaria, así que le indique que pasara a ponerse una bata para realizar el examen de la parte afectada, de tal forma que únicamente se quitaría su ropa de la cintura hacía arriba.

- Tras un breve momento durante el cuál aproveche para hacer algunas anotaciones clínicas referentes a sus molestias apareció ante mí y me dijo: No he encontrado la bata. Cubriéndose con sus manos cruzadas tratando de cubrir sus pechos y me preguntó: Así estoy bien?

- En ese momento recordé que la anterior paciente que había revisado y que había presentado un sangrado moderado la había manchado, por lo que ordené a la secretaria que la cambiara, la cuál por sus prisas de salir no había repuesto con una bata limpia antes de retirarse. Un poco apenado bajé la mirada y comenté... perdón, creo que mi secretaria olvidó poner una nueva bata después de retirar la anterior porque estaba manchada.

- No se preocupe, no siento pena, después de que ya me ha visto en otras ocasiones, no siento desconfianza.

- Iré enseguida a traer una.

- Oh! perdón, no quise hacerlo sentir mal, no hay ningún problema. Si quiere puede así revisarme, me contestó al mismo tiempo que retiró sus manos de los pechos.

- En ese momento levanté mi cabeza y tratando de conservar un poco de aplomo le indiqué que se recostara en la mesa de exploración. Tenia los pechos muy crecidos a consecuencia de la acumulación de leche, eran muy blancos y a pesar de alimentar al bebé sus pezones no se encontraban muy crecidos, los cuales se veían de un color rojo encendido y al caminar se balanceaban de un lado a otro, provocándome gran excitación. Llevaba además una falda muy corta, de color rojo que en estas condiciones marcaban a través de su ropa la redonda forma de sus nalgas, las cuales parecían duras y marcadas a consecuencia de la rutina de ejercicios que realizaba para conservar su figura, pues durante sus consultas en alguna ocasión me había preguntado qué es lo que podría hacer para no verse muy gorda después de la maternidad, llevaba medias de color claro que delineaban aún más sus bien torneadas piernas, las cuales se marcaban aún más a consecuencia de las zapatillas de color rojo con tacones de 10 cms. que traía puestas, realmente parecía que nunca en la vida esta mujer hubiera tenido un hijo.

Al darse cuenta de mi turbación sus mejillas se encendieron, pero sin hacer ningún comentario se dirigió a la mesa de exploración, tendiéndose sobre ella, en su prisa por realizar esta maniobra se recostó sobre la sábana, lo cuál debido a la anterior escena me sentí apenado de indicarle que dejara que la quitara para cubrir el resto de su cuerpo y colocó sus finas manos a los lados.

Me dirigí hacia ella y me coloqué de su lado derecho, un poco de frente y tratando de conservar la calma le pregunté. ¿en donde es exactamente donde sientes tu molestia?

- Señalando con ambas manos, noté como levantaba ligeramente sus pechos y con una voz muy seria me indicó, me duele todo!

- La miré fijamente a sus ojos y le contesté. Bien, habrá que revisarlos en general.

- Con un leve movimiento de su cabeza y voz pausada contestó: Esta bien.

- Al realizar un leve contacto para iniciar la revisión, separó mi mano exclamando: ¡me duele!

- Es necesario revisar. Contesté con seguridad. Al mismo tiempo de realizar la revisión le comenté: No hay duda, tus pechos se encuentran muy congestionados al tiempo en que notaba que salía una gran explosión de leche en uno de ellos.

- En verdad has estado alimentando bien a tu bebé?

- Sí, contestó ella, incluso a veces siento que se ahoga, pero se llenan muy rápido...

- Sin dejarla terminar de contestar le indiqué que era necesario realizar el vaciamiento de sus pechos, para lo cuál debería comprar una bombilla adaptada a una perilla de esas que venden en la farmacia y realizar el vaciamiento con mucha delicadeza para no lastimarlos más.

- Es eso efectivo?. Contestó ella.

- Sí, es algo seguro, le indique.

- Qué otra cosa puedo hacer? Si esto que me dijo falla, siento que me voy a morir.

- No te preocupes, es algo sencillo, aunque también podrías dar masaje y realizar el vaciamiento por la simple presión.

- Me puede enseñar?, la verdad siento que si esto falla y pasa un día más me muero.

- De acuerdo, contesté. Lo primero que debes hacer es realizar suavemente con tus manos movimientos circulares alrededor del pezón y después apretar suavemente para que puedan vaciarse. Tras lo cuál indiqué que lo realizara.

- Torpemente trató de hacer lo que le había indicado sin éxito, y con una voz desesperada me dijo que le ayudara.

Me acerqué un poco más y le pedí que se relajara, tras lo cuál comencé a masajear en forma circular alrededor de sus pezones mientras ella miraba atentamente como lo realizaba, con un suave movimiento apreté alrededor del pezón de uno de sus pechos del cuál brotó un manantial de leche.

- Oh! Me duele! indicó ella.

Traté de retirar mis manos creyendo que la había lastimado pero ella insistió.

- Perdón, continué yo, creo que es porque se encuentran muy llenos.

Durante 10 minutos continué dando suave masaje alternando cada uno de sus pechos y en verdad parecía que contra más presionaba, más leche tenía. Anteriormente me había tocado atender casos similares, pero a diferencia de éste el volumen del pecho siempre disminuía, y comenté: bueno, ya has visto como realizar tus movimientos, intenta hacerlo por ti misma.

- No puedo, me dijo con cara de desesperación. Mejor continúe usted. Pero me siento un poco incómoda por la posición. Puedo sentarme? pregunto ella.

- De acuerdo, contesté.

Le ayudé a enderezarse y al momento de levantarse separó un poco sus piernas lo que ocasionó que se levantara un poco su minifalda, dejando entrever un diminuto calzón de color rosa, de seda, con pequeños encajes del mismo color, que asomaban unos pequeños y rizados bellos rubios a los lados. En ese momento empecé a notar que mi miembro creció y disimuladamente metí una de mis manos en el pantalón para disimular el apuro, sin embargo éste al contrario aumentaba inconscientemente su tamaño y más aún al dejar ver casi por completo sus blancas, delgadas y apetitosas piernas, sintiendo que una de sus rodillas se aproximaba a mi virilidad. Mientras que ella apenada intentó bajar un poco su falda disimuladamente, la cuál había quedado atorada entre sus nalgas debido a su mismo peso, por lo que intentó pararse, pero debido a que me encontraba frente a ella trató de que el incidente pasara desapercibido para no hacer mas bochornosa la acción y con un suave movimiento de su cadera hacia atrás logró descenderla sólo en la parte posterior y tratando de conservar un poco de aplomo me pidió que continuara extrayendo la leche de sus pechos. Yo en verdad me encontraba muy excitado, y con mis manos temblorosas continúe mi anterior tarea, la cuál debido a mi excitación me parecía más un martirio por mi posición frente a ella y aquel suculento panorama, pues ya no solo podía ver sus bellas piernas y su ropa interior y aquellos tiernos vellos púbicos delgados y dorados que parecían burlarse de mí desde su escondite, sino que debido al gran tamaño de sus pechos ahora me parecía algo excitante. Tras el masaje inicial tomé su pecho y lo presioné suavemente, saliendo un gran chorro de leche, el cuál salió expulsado de lado directamente sobre mi bata.

- Oh! perdón! exclamó ella.

- No tenga cuidado, le comenté al mismo tiempo que podía apreciar una gran mancha justo a la altura de mi pecho sobre la bata la cuál adquirió un leve tono amarillo.

- Es que fue mi culpa, inquirió ella. Tendré que llevármela al final para lavarla, me comentó un poco apenada.

- No tenga cuidado.

- Insisto, contestó ella. Además si continúa con ella puesta manchará el resto de la ropa, creo que debería quitársela.

En buen lío estoy, pensé en el acto, ya que si la retiraba podría darse cuenta en el acto que presentaba una tremenda erección, difícil de ocultar sin aquella parte de mi uniforme que siempre uso, por lo que dije que no tuviera cuidado, que era mejor terminar de extraer la leche.

No, insisto, al tiempo que desabotonó mi bata en la parte superior inicialmente y después por completo, por lo que no me quedó más opción que retirarla antes de continuar mi martirio. Así que puse la bata a un lado de donde ella se encontraba sentada y pudo notar a través de mi pantalón el tamaño crecido de mi miembro y tratando de disimular me dijo que continuara. Levemente tocó con su rodilla sobre mi ropa y frotó ligeramente, convenciéndose de que me había provocado una erección. Mientras tanto yo disimuladamente continué con mi tarea al tiempo que colectaba la leche en un recipiente de plástico, pues de lo contrario todo quedaría manchado. Notando que sus mejillas y sus pechos se tornaban encendidos, sin duda alguna que estaba excitada, y de alguna manera la abstinencia prolongada por no ver a su esposo contribuía en gran parte con ese acontecimiento, ya que seguramente llevaba todo ese tiempo sin practicar sexo. Lo cuál me excitó aún más el imaginar la fogosidad de ella de darse un encuentro sexual, por lo que disimuladamente sujeté y apreté un poco más fuerte uno de sus pechos, saliendo un gran chorro de leche que expulsó aproximadamente a 2 metros de distancia tras lo cuál a propósito exclamé ¡que desperdicio! , pensar que algunas mujeres que quieren amamantar no pueden hacerlo y aquí estamos tirando una gran cantidad de leche.

- Mirándome muy seria y fijamente a los ojos me contestó: En verdad crees que sea un desperdicio?

- Si lo creo, pues es mucha y se ve muy gruesa.

- Con una tímida voz me contestó: Además es muy dulce.

- En verdad? contesté de una manera sincera, pues hasta ese momento me encontraba soltero y a pesar de los múltiples encuentros anteriores que había tenido con mujeres, no había probado nunca ese néctar que hasta ese momento se me había negado.

- Bueno, es que en ocasiones la he probado y eso me parece.

- Oh¡ no sé, yo nunca he probado la leche de una mujer, bueno; que yo recuerde y simultáneamente al siguiente apretón hice un movimiento simulando que tomaba unas gotas con mi índice derecho y lo llevaba a la boca.

- En ese momento se puso totalmente roja y le pedí disculpas, mientras notaba que ella continuaba jugando con su rodilla con leves movimientos de frote sobre mi miembro, el cuál para entonces sentía que ya quería estallar. Si quieres puedes probar un poco, pero si me prometes que no lo contarás a nadie.

- Seguro! me apresuré a contestar.

- Ella cerró sus ojos, mientras yo descaradamente me aproximé a mamar esos suculentos pechos sin importarme nada, pues me hallaba fuera de sí, ya que se trataba de una invitación a la que por ningún motivo me podía negar. Ella inclinó su cabeza un poco hacía atrás; mientras yo mamaba apuradamente como un becerro.

- Mmmm. que rica leche, exclamé, sin duda que esto es lo más efectivo para lograr vaciarlos. Ella sin responder aflojó aún más su cuerpo y yo descaradamente estrujé aún más sus pechos con mis manos abiertas, acariciándolos, chupando esos bellos pezones hasta momentos antes inalcanzables.

- oh, oh, oh! exclamaba ella. Doctor... no siga... me estoy excitando.

Eso era precisamente lo que pretendía, al mismo tiempo que gozaba de esa rica y tibia leche que atragantaba mi boca.

- Por favor... no siga... Se lo suplico! exclamó ella. Mientras yo chupaba con más fuerza, al tiempo que apretaba aún más sus pechos, sintiendo además como escurría su leche entre mis mejillas, restregué mi boca entre sus 2 pechos y aprovechando que su cuerpo se curvaba hacía atrás descendí mi mano lentamente entre sus piernas.

- No! oh... exclamó con un profundo suspiro. No siga, me vuelve loca... mientras con un leve movimiento levanté una de sus piernas y subí un poco más su falda. Mientras deslizaba mi mano entre su pantaletita, alcanzando aquella sabrosa rajita que para estos momentos se encontraba totalmente inundada por sus propios jugos. Por favor... déjeme tocarlo a usted, bajó de inmediato el ziper y tocó a través de mis boxers. oh! estoy tan excitada... En ese momento introduje uno de mis dedos en su raja y lo dirigí sobre su pared anterior, en forma de gancho, frotando de arriba hacía abajo repetidamente.

- Por favor!.. déjeme sentirlo!.. se lo suplico!.. ooooh!.. que rica sensación... Siento que me vengo... oh!...

En ese momento besé sus labios, pasando mi lengua en el interior de ella, despacio, apretujé sus nalgas con gran descaro y levanté aún más su falda. Ella continuaba jugueteando con mi miembro y lo acercó hacía su empapada raja, hice su calzoncito hacía un lado y embestí furiosamente hasta sentir que chocaba hasta lo más profundo de esa tibia cueva que parecía quemarlo de lo caliente que estaba, arremetí furiosamente en varias ocasiones con movimientos cada vez más rápidos, mientras me aferraba a sus nalgas las cuales empujaba hacia abajo y hacía arriba.

oh!... no puedo más!!! exclamó al tiempo que presentaba un profundo orgasmo mientras yo continuaba penetrándola. Después continué mi labor de apretar cada vez más fuerte sus pechos y le ordené que se diera la vuelta. Ella se bajó de inmediato y con pasos vacilantes se dió la vuelta, besé lentamente su cuello, detrás de la oreja y recorrí lentamente su espalda hasta su cintura mientras continuaba masajeando los pechos, por un momento pensé en quitarle las medias y su falda, pero al levantar su falda noté que estas adornaban bellamente su precioso culo, besé sus nalgas con gran frenesí mientras continuaba estimulándola en su vulva. Después me incorporé y recorrí lentamente mi miembro erecto sobre la rayita de su culo, al tiempo que escurrían a través de ella mis secreciones, sin que hasta el momento lograra venirme, sus zapatillas de tacón alto me ofrecían un gran espectáculo por la inclinación que tenían sus nalgas.

No!.. por allí no!.. por favor. Nunca lo he hecho de esa manera. lo cuál me excitó aún más. Sin embargo deslicé de nuevo mi miembro erecto sobre esa tibia cueva, la cuál de nuevo me permitía entrar pero ahora por detrás, facilitándome penetrarla con mayor comodidad, embestí de nuevo con gran fuerza durante varios minutos, durante los cuales presentó ahora 2 orgasmos seguidos. Cansada por la acción se reclinó aún un poco más sobre la mesa. Yo aproveché sus jugos vaginales para frotar entre sus nalgas con una mano. No me quería perder por ningún motivo el inaugurar esa linda cuevita que hasta ese momento no había sido ocupada. No!.. eso no!.. replicó débilmente. Yo acariciaba aún más sus pechos con la otra mano. Besaba su cuello, detrás de su oreja, mientras escuchaba lo entrecortado de su respiración. Deslicé aún un poco más profundo uno de mis dedos alrededor del ano, con movimientos suaves, circulares alrededor de ese orificio, lo deslicé después suavemente en su interior, notando que se relajaba poco a poco lo tenso de sus paredes, ah! ah! ah! ahhhh! exclamó con un profundo suspiro, sin duda alguna estaba preparada para recibir mi erecto miembro, el cuál sentía que estaba más crecido que nunca y delicadamente se fue deslizando centímetro a centímetro en el interior hasta su empuñadura. ooooh! no te detengas... sigue... me decía mientras notaba un leve sudor en su frente y sus manos apretaban con rabia la sábana que se encontraba en la mesa. No te detengas... no te detengas... mientras leve y rítmicamente movía mi cadera hacía adelante y atrás en un rico mete y saca. Sin duda alguna que era una hembra muy caliente, pensé. Más rápido... más rápido... oooh! exclamaba mientras escapaban por sus verdes ojos unas pequeñas lágrimas que me hicieron sentir por un momento culpable. Me vengo... me vengo... oooh! Lo cuál me hizo sentir menores remordimientos, pues en lugar de lastimarla estaba gozando locamente, esto me excitó aún más y embestí con mayor fuerza hasta derramarme en su interior abundantemente, sintiendo como escurría mi leche a través de su colita al retirarme de ella.

Ella desfallecida se tendió sobre la mesa de exploración, mientras que yo quedé encima de ella. Sin duda alguna era la experiencia más excitante de mi vida. Permanecimos recostados encima uno de otro por algunos momentos. Después me incorporé y ella lo hizo más lentamente. Me dirigí a mi escritorio y ella me siguió con pasos vacilantes hasta una silla con un profundo y excitante olor a sexo. Permaneció callada por unos momentos, después me miró y con un gran sonrisa me dijo que nunca había vivido una experiencia así.

- Cuanto le debo? me preguntó.

- oh! no es nada, dije con una voz temblorosa.

- Creo que intentaré comprar el aparato de la farmacia que me indicó.

- Si. Le contesté.

- Se levantó y se vistió lentamente de nuevo. Puedo verlo de nuevo en una semana?

- claro! cuando sea necesario.

- Se acercó a mi y me dió un profundo beso. Después me prometió volver la siguiente semana. Pero pidió tener la última cita y me dijo al tiempo que pasaba su dedo sobre mi boca lentamente de arriba hacía abajo. Pero no se te olvide que debemos estar solos... no quisiera que estuviera nadie, quiero tener contigo una consulta pri-va-da... y sin más se alejó.

Autor: Apolo

Fuente: http://www.relatoshospitalarios.com/

viernes, 22 de agosto de 2008

Biografía de Ricardo Arjona

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Ricardo Arjona nació el 19 de Enero de 1964 en Antigua, Guatemala, y se trasladó a vivir a la Ciudad de Guatemala a los 3 años de edad. Su afición por la música comienza desde muy niño. A los ocho años de edad ya sabía tocar la guitarra y, durante toda su etapa de estudiante, compaginó las asignaturas con la música, con mejores resultados en lo segundo que en lo primero. Para la mayoría, resultaba ser un niño muy rebelde. A los 21 produjo su primer disco: Dejame Decir Que Te Amo, un trabajo que aparentemente no gustó nada al autor.

Durante cinco años, Ricardo optó por abandonar la música y dedicarse por entero a la enseñanza, dando clases a niños de escasos recursos de los que él también aprendía de la vida y de la supervivencia. Al mismo tiempo estudiaba Ciencias de la Comunicación, en la especialidad de Publicidad. Gran aficionado, también, al deporte, se destacó en la práctica del baloncesto, del que formó parte de la Selección Nacional de Guatemala y, aún hoy, conserva el récord del jugador que más puntos ha conseguido en un solo partido.

Aunque la música había pasado a segundo término en sus ocupaciones, un buen día se le ofreció la oportunidad de grabar un disco. El producto final no le pareció muy satisfactorio y nuevamente lo intentó, con resultados más aceptables, en S.O.S. Rescátame, en el que ya apreciaba el estilo y las tendencias musicales de Arjona. Su siguiente disco, Jesús: Verbo No Sustantivo, fue la revelación final de Ricardo Arjona como compositor e intérprete en toda América Latina y Estados Unidos. El tema que daba título al álbum permanció durante meses en el número uno de las listas de todos los países centroamericanos. Siendo el álbum más vendido de la historia en los países de esta región.

La siguiente etapa en la carrera del artista tendría lugar en México. Allí se trasladó para componer el tema principal de Alcanzar una Estrella, una telenovela de gran éxito que dió a conocer a Ricardo Arjona a nivel internacional, no sólo como compositor e intérprete, si no también como actor. En aquél país, consiguió varios éxitos importantes, tanto como intérprete como compositor, como La Mujer Que No Soñé y Sólo Una Mujer.

El álbum, Animal Nocturno, fue su primer trabajo para Sony Music y también la consolidación definitiva de Ricardo Arjona como uno de los nuevos artistas más valiosos e interesantes de los últimos años. Autor de todos los temas del disco, Arjona logró un éxito tras otro con los sencillos del álbum. Mujeres, Libre, Primera Vez, Baila Conmigo... fueron algunos de los títulos de mayor éxito internacional, y el álbum fue Disco de Oro y Platino en gran número de países, incluyendo Estados Unidos.

Su siguiente álbum, Historias, fue un memorable trabajo en el que el genio de Ricardo Arjona, como compositor e intérprete, alcanzó su plenitud. El álbum alcanzó los 2 millones de copias vendidas y, entre otros, contenía los temas Señora de las 4 Décadas y Te conozco. Si el Norte Fuera el Sur continuó la linea de su predecesor con igual repercusión en el público. Temas como el que titula el disco, junto a Tu Reputación y Ella y él, contribuyeron a situar a Ricardo Arjona entre los artistas más respetados y admirados del continente. Su álbum Sin daños a terceros nos devuelve al Arjona que todos admiramos, sincero, valiente y comprometido con su época, su medio y, por supuesto, con su música y su público.

Para su siguiente trabajo, Arjona se fue al caribe, le quitó la ropa a sus canciones, y las vistió de tambores, de fiesta, de sincopa y de melancolía. El artista más importante de Latinoamérica, con más de 6.000.000 de discos vendidos, nos presenta su trabajo Galería Caribe. Con la colaboración de Cuco Peña, ganador del Grammy y músico por excelencia han realizado juntos más de 8 canciones para este proyecto. También se destacan figuras como Sergio George, El grupo Guaco, la trompeta universal de Arturo Sandoval o los tambores de Giovanny Hidalgo.

En Noviembre del 2002 lanza su séptimo álbum, Santo Pecado. que incluye temas como El Problema, Santo Pecado, La Nena y Duele Verte. El disco viene acompañado de un DVD con algunas declaraciones del cantautor.

jueves, 21 de agosto de 2008

Relatos Eróticos: Mi confianza en el Doctor

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Mi esposa y yo tenemos un matrimonio sin muchos contratiempos, ni grandes historias, vivimos en Montevideo, y no tenemos problemas económicos. Mi mujer me pidió que la lleve al médico porque tenía algunos dolores y de paso, hacerse una revisión de rutina. El hecho de acompañar a mi mujer a su visita a un ginecólogo, me llenaba de excitación, sabiendo que tendría que desnudarse delante de otro hombre.

En la sala de espera, colgada de mi brazo, mi hermosa esposa, Andrea, es una típica argentina descendiente de italianos, suizos, y algún gaucho con sangre india, es una bella morena de ojos claros, delgada y alta con muy buenos pechos, y un culito chico pero redondito, que se viste muy conservadoramente, tiene 32 años muy bien llevados, gimnasio mediante, es profesora de inglés en una escuela secundaria y tiene un carácter muy fuerte, es bastante antigua en el tema del sexo y es difícil hacerla calentar. Viste siempre muy sencillo y nada llamativa, pero me excitaba mirando sus pechos que se dejaban entrever abultados abajo del pulóver, por abajo llevada un vaquero ajustado que le hermoseaba sus caderas, su culo y sus hermosas piernas, en sus pies unas sandalias con tacos, que la hacían casi mas alta que yo, y en sus tobillos unas pulseritas como esclavas, que hacían ruidito cuando caminaba.

Acababa de entrar al consultorio una mujer rubia muy hermosa, y yo me ratoneaba imaginándola desnuda y en la camilla esperando la revisión del médico, le hice un comentario a Andrea sobre ella y el doctor, y ella me respondió, cállate vos, siempre el mismo morboso, yo le hacía algunos arrumacos y ella me agarraba mas fuerte apretándome el brazo como buscando refugio.

El Médico era un tipo alto con unas manazas y dedos larguísimos, de unos 38 años aproximadamente se ve que tenía muchas pacientes gracias a esos dedazos, no me los imaginaba dentro del chocho de mi esposa, y pensaba que dentro de poco tendría la posibilidad de verla gemir de dolor.

Nos tocó el turno, y pasamos adentro del consultorio, yo me senté con vista a un pequeño biombo, y detrás de un divisorio de plástico traslúcido, se veía la camilla ginecológica, la habitación tenía una ventana que estaba cerrada y un respiradero en la parte de atrás a la altura de los marcos. Mi esposa estaba nerviosa pero también la noté excitada, imaginando lo que le iban a hacer, sus ojos verdes brillaban más que otras veces y me miraba como con compasión, como si me estuviera a punto de engañarme o pasarme el cuarto como decimos acá.

Después de los saludos, y comentarios triviales de siempre, algunas preguntas sobre la salud de mi esposa y los síntomas que podría tener, le dijo que la tendría que revisar y le indicó que se desnudara detrás del biombo, yo disimuladamente me corrí para atrás para disfrutar viendo el magnífico cuerpo de mi mujer, que se quitó los pantalones y la parte de arriba, y quedó en corpiño y bombacha, la que se le metía por la raya de su culito y me volvía loco, un juego de lencería negro con bordes de encaje, que me quitaba el aire, salió de atrás del biombo, preguntándole al médico si estaba bien así, éste levanto los ojos y quedó alelado, pero reaccionó enseguida y le dijo, que no, que se sacara todo, y mi mujer volvió atrás y se empezó a quitar el brassier, soltando sus tetas magnificas, que ya tenían los pezones duros por los nervios y la excitación, a mi se me empezó a parar viendo las aureolas y sus formas perfectas, se sacó la tanga, agachándose con el trasero hacia a mí, mostrándome sus nalgas y largas y entornadas piernas, que eran su orgullo y un lunar en el cachete izquierdo del culo. Mi mujer se puso la bata verde y salió de atrás del biombo y se acercó a la camilla, que ya me quedaba un poco fuera del alcance de mi vista, el medico le dijo, que se acueste y ponga los pies en los apoyos, con lo que quedaba completamente expuesta y con su coñito depilado a la vista, pero no la mía, mi mujer juntó las rodillas y se cubrió todo lo que pudo, yo podía verle las piernas por debajo de la bata y sus nalgas que se aplastaban contra la camilla, el canal oscuro de su pelvis y el pliegue de su cola donde empiezan las piernas, lo que me acentuaba la erección.

Mientras el médico, se acercó y buscaba unos guantes finos de goma casi transparentes, se los colocaba, y le agarró las rodillas y se las separó, para empezar a trabajar en su coño. Alcancé a ver la cara de susto de Andrea, al sentirse completamente abierta.

El médico tomo un pomo de agua y le tiro agua en su pubis, y luego se lo secó, - tiene irritado y un principio de hemorroides en su ano, le dijo, - sí, me arde le dijo mi mujer, -le pondré una pomada, que tomo y la hizo ponerse en cuatro patas en la camilla, con lo que le levantó la bata descubriendo un culo blanco y redondo como para desfallecer, le colocó la pomada lentamente, rodeando su agujerito e introduciéndole un poco su dedo a lo que Andrea frunció su cara y elevó la cabeza en gesto de dolor, me arde más todavía insistió, y el médico estuvo un par de minutos masajeándole su entradita posterior, cuando se alivió un poco la hizo ponerse como al principio, se dió la vuelta y tomó un aparatito de plástico, se dirigió a la camilla, lo colocó delicadamente en la entrada de la vagina y de a poco se lo fue introduciendo en el coñito, mi esposa gimió, - le duele mucho preguntó, yo me excité de sobremanera y me corrí para ver mejor, en ese momento el medicó reparó en mí, y mirándome fijamente, se dió cuenta de mi estado de nervios, y me pidió si me podía retirar porque, haría mejor su trabajo sin tener la presión del marido de la paciente, mirando la terapia invasiva que le iba a hacer a la esposa.

Muy perturbado, tuve que retirarme, y cuando se cerró la puerta, me quedé solo en la sala de espera, con una angustia en el pecho y en un estado de incontrolable excitación, me perseguía la imagen de mi mujer dentro de esa bata, y sabiendo que no tenía nada debajo, y encima encerrada con un hombre que la tenía totalmente a su merced, no sabía que hacer, desde el consultorio sentí más gemidos de mi esposa, lo que me volvía loco, alcance a sentir la voz del médico pero no pude descifrar sus palabras, así durante un largo rato, traté de escuchar e imaginar lo que le estaba haciendo a mi esposa, seguían los gemidos un poco mas fuertes, y pegué la oreja a la puerta, para sentir mejor, en eso veo a una mucama que sale por una puerta del pasillo de atrás, puerta que seguro daría a un cuarto atrás del consultorio, pensé que escucharía mejor y no correría riesgo de que viniera alguna otra paciente a la sala de espera y me frustrara la posibilidad de por lo menos oír lo que pasaba adentro. Me levanté y me fui hasta el cuarto ese, abrí la puerta, entré, me encerré y comprobé que se escuchaba todo lo que pasaba adentro con mi mujer, que ya se había calmado y hablaba con el médico, diciéndole que le ardía el ano, y la pomada le daba mucho calor, el médico le contestó que ya le iba a pasar, yo me pregunté porqué se oía tan bien y me dí cuenta que el respiradero que había visto en la parte alta y posterior del consultorio daba a este cuarto, y estaba abierto, por lo que me subí a un tacho que había y miré por el respiradero, la vista era magnífica, me llené de alegría.

-Abrase la bata que le voy a hacer un examen de mamas- le dijo el médico, a mi mujer se le puso la piel de gallina, entonces el médico al ver que no reaccionaba, le abrió los bordes superiores de la bata poniendo sus hermosos senos al descubierto, y yo, como el médico, podíamos admirar su magnifico cuerpo completamente desnudo, ella ruborizada, trató de cerrar la parte inferior de la bata, tapando su pelvis, pero por la posición de sus piernas con las rodillas levantadas, la bata se deslizaba hacia abajo, y la dejaba expuesta totalmente, tranquila le dijo al notar, la piel tensa y los pezones duros, mientras le empezaba a masajear sus tetas, perfectas que le cabían justo en su mano, yo pensaba en como lo estaría disfrutando el maldito, la cara de mi mujer ya denotaba una marcada excitación y empezó a gemir pero de placer me pareció, ya que antes le habían estado trabajando el coño y el culito. El médico tenia ya un abultado paquete en su entrepierna alcancé a notar, mientras le masajeaba las tetas con las dos manos, sin los guantes, rozó varias veces el bulto contra el costado de mi esposa, le agarró los pezones y tiró de ellos, observando como volvían a su lugar, mi esposa ya no daba más de placer según yo lo veía en su cara y se tocaba disimuladamente la entrepierna, el médico al darse cuenta, dejó de masajearle las tetas y le dijo que le iba a hacer un tacto, dándose cuenta de la mojadura en sus labios vaginales que brillaban. Andrea, ya no intentó taparse y se quedó expuesta, el médico, en forma adrede sin los guantes, le empezó a meter un dedo en su vagina, y con la otra le acariciaba el interior de sus muslos, y frotaba su clítoris, con la clara intención de excitarla hasta donde pudiera, la cara de mi esposa era la imagen del placer, su cabeza hacía un vaivén de un lado a otro como buscando un alivio a su calentura, sintiendo ese dedo que entraba y salía repetidas veces y que se retorcía dentro de ella, entonces el médico le introdujo otro o sea los dos a la vez, ella pegó un grito tremendo, retorciéndose en la camilla, pellizcándose los pezones, a lo que el médico se le acercó ofreciéndole el bulto, mi esposa le agarró el pantalón, y le empezó a buscar la pija, cuando se la sacó, estallando enfurecida, pudo admirar un tremendo pedazo de carne con una cabeza desproporcionada, mientras seguía sintiendo los dedos abriendo y revolviendo su vagina, mi esposa tomó el pene descomunal y lo empezó a acariciar, pero el médico la obligó a llevárselo a su boca, como no le entraba, le lamía los costados, y en un esfuerzo pudo abrir su boca, dilatando los labios e introducírselo chupando la cabeza lentamente como si fuera un chupetín, el médico empujaba y se lo metía hasta la garganta solo aflojando cuando veía que ya no podía respirar, empezando un mete saca por la boca descomunal, yo estaba que no daba más, la visión de mi hermosa mujer con ese pedazo en la boca, me había hecho tener una eyaculación, mi esposa siempre se negó a practicar el sexo oral, aunque logré que algunas veces me lo hiciera, no lo hacía con el gusto y el entusiasmo que estaba poniendo ahora, chupaba, lamía y le pasaba la lengua por la punta como una experta. Una tremenda duda se me cruzó en ese momento dándome cuenta de la vejación que le estaban practicando a Andrea, se me cruzó la idea de ir a protestar y detener ese acto, pero la excitación y mi voyeurismo pudo más. Mientras tanto, Andrea tuvo un orgasmo gracias a los dedos que seguían revolviendo su vagina. Luego el médico sacó un dedo de la vagina y lo empezó a introducir en el ano, que se empezó a dilatar con los jugos de la vagina, mi esposa pegó un respingo al sentirlo, y gritó, me ardeeeee, el médico le dijo y te va a doler más, puta. Así con un dedo en cada agujero tuvo su segundo orgasmo, mientras el médico le llenaba la boca de semen, que se le escurría por las comisuras de los labios. Trágatelo todo, puta, le dijo, te va a hacer bien, le gritó el médico, ella haciendo arcadas tragó todo lo que pudo y el resto se le derramó por su cuello y sus pechos. Luego de esto el médico la levantó y la sentó, besándola en la boca, revolviendo su lengua dentro de la boca de ella, a lo que ella le respondió con un abrazo y un beso de lengua muy entusiasta. Él la acostó nuevamente y empezó a besarle sus pechos y morderle los pezones, mi mujer mientras tanto le masajeaba la pija para que se vuelva a endurecer!!! Quería más pensé.!!!! En eso sonó el teléfono, él se volvió y fue hasta el escritorio atendiendo la llamada, dejando mi mujer gimiendo, sentí que le decía - no te vayas, volvé, quiero más, mucho más, -Hola dijo él, estoy atendiendo, pero venite que tengo una mina que esta reemputecida y con la pija mía sola no le va a alcanzar, fíjate cuando vengas si el marido esta en la sala de espera, pobre boludo no sabe la cogida que le estoy dando a su mujercita, que está rebuena, dale te espero-. Regresó al borde de la camilla, mi mujer se había puesto de costado, y se acariciaba su clítoris, entonces él mirándola fijamente, se dió cuenta que estaba para cualquier cosa, - que buen culo tenés, déjame que te lo voy a destrozar le dijo, y así te volverás la mejor puta. Nooo dijo mi mujer, por ahí no, la quiero en mi concha, dijo al ver la enorme pija endurecida nuevamente, en eso entró otro hombre, pensé que era el del teléfono, cuando lo vi casi me caigo, era un negro descomunal y feo, -Hola Jair dijo el médico, ahora probarás una putita insaciable. Se dio vuelta hacia mi esposa y le dijo - Andrea este es Jair un médico residente africano, que está terminando su preparación en esta clínica, ella lo miró con los ojos inyectados por el deseo y no dijo nada. El negro al ver a mi esposa desnuda y ansiosa de ser cogida, se empezó a desnudar y se puso parado al lado de la camilla en la parte de adelante, al alcance de la cabeza de mi esposa, cuando se bajó el slip apareció un miembro monstruoso, largo y con la cabeza mas clara, que inmediatamente buscó la boca de Andrea, que la empezó a chupar de costado hasta introducírsela en la boca, pudo porque todavía no estaba endurecida del todo, pero empezó a hincharse y la boca de ella se inflo como un globo mientras el negro, la empujaba y la sacaba repetidamente, el médico mientras estaba introduciéndole el pene en su vagina, que a pesar de lo mojada que estaba, no alcanzaba a dilatarse, y ella gemía y se sobresaltaba del dolor, yo estaba extasiado viendo a mi mujer con 2 pijas en su cuerpo, la vagina empezó a engullir a la enorme pija del médico de apoco, y él la metía hasta la mitad y la sacaba, y así fue introduciéndola más adentro, en eso mi mujer que se había sacado la pija del negro de la boca y la estaba masajeando entre sus pechos, dijo, por favor, métemela toda, quiero que me llegue hasta el fondo, con mi marido nunca me llega. Entonces el medicó se la metió toda y gozaba como enloquecida y obnubilada con las caricias del negro buscaba algo más, el médico le sacó la pija y la hizo levantarse y bajarse de la camilla, mientras estaba parada, la magreaban entre los dos, pellizcando sus tetas, y amasando su culo, el negro se acostó boca arriba en la camilla y su pija ya endurecida se elevaba como un obelisco, el médico le dijo -Andrea súbete y cabálgalo, a lo que mi mujer obedeció, se subió arriba del negro, sus pulseritas en los pies seguían haciendo ruido, y se colocó encima de la enorme pija, casi se tuvo que parar para colocarla en su entrada y aunque ya tenía la vagina dilatada, tuvo que abrirse más para dejar entrar la pija del negro mas gruesa y mas larga, de a poco y muy lentamente fue entrando y cada centímetro que se introducía, le provocaba un espasmo de dolor y placer a la vez, sacudiendo su cabeza y su bello rostro se contraía por las sensaciones recibidas, empezaron los dos a meterla y sacarla cabalgando mi esposa con entusiasmo, pero siempre gimiendo y gritando cada vez que se le introducía hasta que llegó hasta lo mas profundo porque a pesar de que todavía no le entraba toda, sobraban unos centímetros de pija afuera, rebotaba su cuerpo para arriba como si ya se estrellara contra su fondo, se ve que le llegaba y lastimaba, porque vi un hilillo de sangre que le salía de la concha. Ella se sacudía en brutales orgasmos, y a la vez le caían lágrimas del dolor. El médico mientras le trabajaba en el culo, esperó un rato que Andrea se cansara de cabalgar y la puso en 4 patas y siempre con la pija del negro enterrada, le acercó el descomunal glande en la entradita de su ano, ya un poco lubricado por el dedo anteriormente, empujó de a poco introduciéndose trabajosamente. NOOOO gritó, Andrea, no lo hice nunca por ahí, Seguro putita, por qué te crees que lo invité a Jair, si con una sola pija no te alcanza. NOOO seguía gritando Andrea, para mi esto era demasiado, yo nunca se lo había podido hacer por el culo, e iba a entrar en el consultorio y parar este atropello, pero me vino otra eyaculacion en ese momento y seguí observando sin intervenir.

La pija del médico se iba introduciendo trabajosamente en el culo de mi esposa, dilatando su esfínter, ella no dejaba de gritar, y también observé, que le había roto el culo, porque salía sangre, pero al médico ni le importó y siguió empujando hasta meterla toda adentro, y sus bolas golpearan las nalgas de mi mujer, le amasaba las tetas que se bamboleaban por el movimiento continuo, y le pellizcaban los pezones y se turnaban para estrujárselos y el negro además desde abajo se los chupaba y mordía fieramente, bombeaban ambos por los dos lados, estuvieron así un largo rato en el vaivén del mete y saca y mi mujer ya no gritaba y solo gemía de placer, su cabeza se sacudía con las embestidas y su cabello danzaba de un lado a otro al ritmo de la cogida, totalmente llena con las 2 tremendas pijas cavando en sus hoyos tuvo varios orgasmos seguidos, cosa que nunca le había podido hacer yo, entretanto el negro también eyaculó abundantemente dentro de mi esposa, que ya llena de leche, se escurrió bastante afuera como un río de semen entre sus piernas, - Si te embarazo yo, tu marido sí que te va a matar-, dijo, el negro, le saco la pija despacio y le obligó a ella a lamérsela y limpiarle toda la leche, y se la terminó de limpiar en su pelo, mientras le seguía estrujando las tetas, que parecía que tenía una fijación, ya que dijo, que eran las mejores tetitas que había visto.

El médico, mientras tanto, seguía perforando su culo y cuando se vino dentro de ella, le llenó los intestinos con otra dosis de semen, que se le mezclaba con el hilo de sangre que le salía del ahora enorme hoyo, - me arde gritaba mi mujer, a lo que el médico le decía, enséñale a tu marido como tiene que hacer para excitarte.

Mi mujer se bajó de la camilla y con la cara completamente desencajada, se dirigió al biombo donde había dejado su ropa, -deja la bombacha para mí y el corpiño para Jair dijo el médico, sin esas prendas se empezó a vestir, le dolía todo el cuerpo y su vagina y su culo habían quedado completamente abiertos y dilatados. Tus músculos tardaran un tiempo en volver a su estado normal, dijo el médico, así que trata de no coger por 4 o 5 días por lo menos.

El médico y el negro se vistieron y él le dijo, volvé dentro de una semana, para llevarte los análisis, y vemos ese culito a ver como sigue, y de paso te damos otra cogida como ésta, - Bueno dijo mi esposa, dándole un largo beso de lengua, mientras ella estaba terminando de vestirse, yo me bajé del tacho, me arreglé la bragueta y el pantalón manchado con mi semen, y volví rápido a la sala de espera, en eso sale el médico adelante de mi mujer y me dice, - querido amigo, su esposa está rebién, parece una adolescente tardía, pero tiene que volver semanalmente para que sigamos la evolución del tratamiento y además tiene que evitar las relaciones sexuales por lo menos hasta la próxima semana, que la revisaré nuevamente. - hijo de puta pensé yo, buena hembra te has tirado, y además la quieres para tí y tu amigo solamente. Mi esposa me abrazó y me besó, y yo sentí el gusto y el olor a semen y pijas de su boca, pensé en echarle en cara lo que había sucedido, pero dudé, y lo deje para después cuando estuviéramos en casa, ella caminaba con dificultad, yo le pregunté si le había dolido, y ella dijo que estaba toda dolorida y no podía cerrar las piernas, - es por el tratamiento contra las hemorroides dijo ella, - sí asentí, yo, total ella no sabía que yo, lo había visto todo. Pero después mientras íbamos en el auto, pensé que si le decía algo, me iba a perder la próxima sesión dentro de una semana.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Relatos Eróticos: El Enfermero y sus Vecinas

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Cada cual tiene sus gustos y el mío es poder disfrutar de los culos de mis vecinas. Me llamo Fernando, tengo 38 años y me mantengo en buena forma física ya que el fútbol es la segunda cosa que más me gusta; siempre he sido una persona muy seria y servicial con los amigos, así que no es de extrañar que a mi casa concurran vecinos por diferentes favores, sobre todo porque soy el único que coloca inyecciones en la cuadra después del curso de enfermería que realicé hace algún tiempo y a decir verdad, no lo hago nada mal y en concepto de mis ocasionales pacientes tengo una mano muy suave para los pinchazos.

Esta habilidad me ha permitido conocerle las nalgas a la mayoría de mis vecinas, lo cual me encanta ya que extasío viendo esos culos blancos, rosados, morenos, bronceados en fin toda la gama de tonos que tienen mis pacientes. Eso sí, mantengo cierta prudencia para seguir manteniendo mi clientela sin sobresaltarla. De estas hay jóvenes y ya maduras, algunas son tímidas y al momento de la aplicación bajan solo un parte sus pantys, impidiéndome disfrutar del espectáculo; pero otras son más atrevidas o con más confianza y no tienen reparo en que baje total o en gran parte sus pantys, con lo cual me doy un gran banquete visual.

Entre las mas desinhibidas está mi vecina de enfrente, Olga, una rubia de 26 años con un culo de espectáculo, de lo cual ella es consciente ya que a pesar de su fingida seriedad y cuando usa mis servicios siempre se coloca sugestivas tangas que ponen de manifiesto sus abundantes atributos y le agrada que le acaricie sus nalgas doradas cubiertas de una fina pelusa rubia que es mi deleite, ya que me tomo mí tiempo en los preliminares sobando y limpiando con alcohol sus nalgas con el pretexto de desinfectar el área, ese es nuestro pequeño secreto el cual disfrutamos sin pasar de eso (hasta ahora).

Pues bien, la otra tarde estando solo en mi casa viendo la TV solo, ya que mi esposa y los dos niños estarán 20 días con su abuela en una ciudad vecina, cuando oí tocar la puerta y al abrirla encontré a mi rubia vecina con un ligero vestido que me dice:

-" Perdone la interrupción vecino pero es que necesito aplicarme esta inyección de antibióticos y con lo dolorosa que es, solo con Ud. me atrevo a aplicármela, porque soy muy cobarde, ¿si tiene tiempo?"

-"Con todo gusto pase Ud. a la sala en el sofá o si prefiere en la alcoba", le dije.

-"Me parece que el sofá es incómodo y la cama es más práctica", me respondió.

Mientras yo preparaba la jeringa en el baño interno le dije, -"por favor, acuéstese y súbase la falda que ya estoy con Ud." Cuando regresé a la alcoba tenía subida la falda y había bajado sus pequeños pantys hasta la mitad de su hermoso culo donde la raja entre sus nalgas se veía deliciosamente atractiva. Me senté a su lado en la cama con la hipodérmica en una mano y un algodón empapado en alcohol en la otra mano, con el cual empecé a limpiar ese bello pedazo de nalga que iba a pinchar.

-"Esto de las inyecciones me pone nerviosa así que tráteme con cuidado", me dice, por lo que sigo sobando y el alcohol que destila el algodón corre deslizándose ente la raja de su respingado culo, por lo cual me dice

-"Vecino ese alcohol esta muy frío, no me lo deje correr". Prestamente tomo un pedazo de algodón seco y le digo, -"Discúlpeme, permítame y la seco, pero tengo que bajar más su panty" a lo cual responde, -"Tranquilo que Ud. es de confianza", bajando completamente sus pantys puedo observar totalmente ese culo dorado por el sol y duro por el deporte, entonces tomando el algodón con una mano empiezo a abrir lentamente esa grieta magnífica y empiezo a ver como cambia el color del interior de la hendidura y al fondo el orificio del culo, rosado y mojado por el alcohol y al final unas largas hebras rubias. Tomé delicadamente el trozo de algodón y limpié ese lindo hueco suavemente, girando en círculo y admirando como palpitaba cada vez que lo tocaba, conteniendo las ganas de introducir mi lengua en él, abrí aun más el final de su grieta y pude apreciar ahora sus velludos y gruesos labios donde se podía apreciar la cueva vaginal y donde no sé porque me pareció observar unas gotas de humedad que resbalaban entre los rubios y tupidos vellos y bajé el algodón tocando ligeramente sus prominentes labios limpiándolos un poco, diciéndole, -"Vecina, el alcohol está más abajo de lo que yo creía", y ella abriendo un poco sus piernas responde, "adelante, está en su trabajo".

Con dos dedos cuidadosamente abro su chucha y pongo mi dedo en la suave parte interna de la vulva de rosado color y pretendo con el algodón retirar una humedad cada vez más abundante, separo los labios y recreo mi vista con la propia entrada tocando pero no entrando, ella realmente se veía tranquila y confiada pero con esa sonrisa maliciosa que usa en nuestro juego, así que me tomé mi tiempo en esa labor, pero sé por el líquido que sale de su raja que está deseando que le meta el dedo o la picha, sin embargo conservo las reglas del juego. A todas estas mi verga estaba que estallaba, Olga de reojo observa el efecto que su culo me produce y la mancha de leche que se puede ver en el pantalón, pero disfruta excitándome y no se opone a que use nuestra confianza para morbosearla, a pesar que con Pablo su esposo, tengo buena amistad.

Una vez seco el orificio muy a mi pesar cerré esa linda abertura y muy profesionalmente le aplique la inyección, le masajeé las nalgas, procediendo a subir su panty con lo cual ella se levantó y me dijo, -" Fernando tienes unas manos de seda, no sentí sino un leve pinchazo, además eres tan respetuoso y siendo tan discreto sé que no comentarás con nadie lo que te tocó hacer por el exceso de alcohol".

A lo que respondí " Puedes contar con mi discreción como si fuera un médico de verdad", esperando que mi pantaloncillo pudiera ocultar la rigidez de mi verga.

Desde la puerta me dijo "te voy a hacer la propaganda por tu habilidad, y hasta pronto". Tan pronto salió una tremenda paja calmó mi arrechera y presumo que Olga hizo lo mismo.

Habían pasado unos cuatro días desde que Olga había venido a inyectarse cuando me llama por teléfono mi vecina de al lado, Fátima a quien también le he aplicado inyecciones y por ser de origen árabe es muy velluda por lo que me hacia gracia como su culo tuviera tantos pelos entre las nalgas, me dice, "Fernando te acuerdas de Mónica mi hija que estudia en la capital, pues bien, está en tratamiento de una serie de inyecciones por un problema renal pero se niega a ponérselas, pero Olga le aseguró que tu eres el indicado por la suavidad de tus manos".

Le dije que a la orden, que la mandara a las 5 PM. Yo realmente me acordaba de una jovencita de unos trece años blanca y delgada que pasaba por las tardes por mi puerta y que algunas veces inyecté en el pasado.

A las 5 en punto sonó el timbre de la puerta y no apareció quien yo imaginaba sino una agradable mujer de 18 años en unos jeans ajustados y una blusita por dentro de estos donde resaltaban unas tetas juveniles, con una linda cabellera y una amplia sonrisa que me dice.

-"Señor Fernando, seguro que ya no se acuerda de mí".

Reconocí a Mónica a pesar del tiempo de no verla y la invité a pasar diciéndole, -"Claro que sí, sigue a la alcoba que tengo listo lo necesario para inyectarte, acuéstate y prepárate que ya voy".

Cuando entré a la alcoba estaba sentada en la cama con la cremallera bajada y me dice, -"Estos jeans no son los mas apropiados por lo apretados, así que ayúdame a sacármelos".

Me arrodillé enfrente de ella forcejeando con la rebelde prenda y con tanta fuerza que de pronto estos bajaron pero los pantys también bajaron, dejando al descubierto un abultado y frondoso bosque de finos vellos de su vulva. Con cierta pena me apresuré a quitar mi vista mientras ella se subía el panty y se acostaba en la cama.

Le dije, -"Disculpara por mi rudeza, no pensé que también se bajaría el panty".

-"No tiene mayor importancia, sobre todo si ya muchas veces has visto mis nalgas en otras ocasiones".

Yo estuve de acuerdo, aunque le comenté que le había cambiado muy favorablemente su cuerpo. Con cierta prevención bajé sus pantys a medio culo, pudiendo apreciar unas bellas y tersas nalgas cubiertas de cortos y suaves vellos castaños que comienzan desde el final de la espalda bajando hacia la raja, haciéndose más abundantes entre las paredes de estas y me acordé que su madre es parecida pero no tanto, el panty bajado hasta la mitad no me permitió seguir la magnifica visión de este joven y velludo culo.

Tomé con diligencia mi función y cuando la iba a pinchar por reflejo Mónica movió bruscamente su culo y me dijo que a pesar de la confianza que tenía en mí, las agujas le producían pánico; le dije que se tranquilizara un momento que la sobaría suavemente, lo cual aproveché para bajar todo su panty y terminar de reconocer ese velludo canal que tenía enfrente, mientras ella del miedo enterraba la cabeza en mi almohada y dado que no me veía, bajé mi cabeza y aspiré el suave olor a culo que salía de su raja, al tiempo yo seguía sobando en forma circular para abrir las paredes y poder ver mejor el fondo del canal. La visión y el olor enviaron un mensaje fulminante a mi picha que la dilataron al máximo.

Una voz me sacó de mi éxtasis "Señor Fernando, ya estoy lista". Recobrando mi ánimo procedí a inyectarla suavemente sin embargo se quejó, porque en realidad este tipo de inyección es dolorosa. Masajeé largamente su dolorida nalga y hablando de lo terrible que son las agujas, mi verga perdió su dureza pero cuando se levantó de la cama volví a divisar su tupido vello púbico, subió rápidamente su diminuto panty el cual no alcanzaba a cubrir esa amplia zona peluda y que sobresalía abundantemente por los lados, ella alcanzó a ver a dónde se dirigía mi mirada me dice, -"Qué piensas de las mujeres que no nos depilamos la vulva", A lo que contesté, -"Particularmente me encantan los vellos y a ti se te ven muy bien", ella respondió, -"Es que la cuchilla me irrita demasiado y esto solo me molesta en vestido de baño pero uso pantaloneta y todo solucionado".

Se subió dificultosamente el jean que tenía a media pierna. Nos despedimos hasta el día siguiente cuando le tocaba la otra dosis y yo quedé con la imagen de ese afelpado cojín entre sus piernas que me dejó impresionado y sólo una rabiosa paja en su nombre me pudo calmar la arrechera.

Al otro día llegó muy puntual, con un bonito traje sastre, más apropiado que los incómodos jeans y me dice, "Señor Fernando Ud. tiene unas manos increíbles pero no soy capaz de aguantar una aguja más", al oír esto mi desilusión fue grande puesto que no tendría pretexto para volver a ver ese culazo.

Pero enseguida agregó, -"Consulté con mí medico y la inyección se puede remplazar por supositorios que ya compré, pero no sé hacerlo y me da pena pedirte que me lo aplique".

Ante esta alternativa le dije, -"Bueno, no tengo mucha práctica pero con mucho gusto te ayudo y no debes tener pena porque para que son los vecinos, ve a la alcoba y quítate esa falda para que no se te arrugue".

Me entregó el paquete de supositorios y leí las instrucciones. Mientras Mónica se quitaba su falda y quedaba en unos pequeños pantys que permitían salir sus graciosos bigotitos por los lados, mi verga empezaba a endurecerse y yo hacía esfuerzos porque no se me notara. Mónica se acostó boca abajo sólo con los pantys y la blusa, yo ya con confianza bajé hasta sus muslos los pantys con lo que quedó al descubierto su culo y le pasé la caja y le dije, -" Por favor léeme las instrucciones", ella leyendo con voz ronca me dice, -"Retire el supositorio de su empaque e insértelo en el ano lo más profundo que pueda para mejor efecto", siguiendo las instrucciones abrí la velluda raja trasera y al fin pude apreciar el pardo orificio anal circundado de vellos alrededor, con ambas manos separé los pelos que impedían la entrada y más atrás se veían dos gruesos labios cada cual más velludo, pelos que terminaron de parar mi verga como hacía tiempo no me acordaba y le dije -"Te parece bien que coloque algo de saliva para que entre más suave", ella contestó, "esto me da vergüenza pero tú sabes lo que haces", con esta licencia y ya a estas alturas me decidí a ser atrevido, abrí sus nalgas al máximo y acercando mi boca a su hueco trasero saqué la lengua y lamí el centro del ano y empecé a chuparlo con sus cortos vellos que entraban a mi boca, Mónica alzó la cabeza sorprendida por tan inesperada técnica, pero no dijo nada solo levantó más su culo y con voz entre suplicante y arrecha me dice, -"Señor Fernando por favor, colóqueme el supositorio ya", tomando la cápsula la dirigí al centro del agujero e inicié su entrada hasta que desapareció, sin embargo su joven ano lo devolvió, por lo que Mónica me dice, -"Empújelo con su dedo recuerde que debe quedar insertado profundamente", al oír esto lo volví a meter seguido por mis dos dedos que se metieron hasta el fondo y empecé a moverlos dentro y le digo, -" Mónica, crees que esté bien?, porque mis dedos están bien adentro", a lo que me contesta dándoselas de inocente, -"Quisiera que entrara más pero no sé cómo", y le digo ya con la lujuria dominándome (todavía con los dedos dentro de su culo), pero intentando ser muy profesional, -"Si te parece bien podríamos probar con mi pene que es más largo y garantizamos que llegue hasta el fondo", y ella replica, -"A mí me parece bien y Ud. sabe lo que hace". Tan pronto lo aceptó, me saqué la verga totalmente erecta y Mónica viéndola esboza una sonrisa pícara y me dice, - "Caramba se ve muy grande y gruesa pero creo que servirá", A lo que respondo, -"Son solo 18 centímetros y seré cuidadoso".

Le quité los pantys del todo, me coloqué detrás, la puse en cuatro patas, por lo que su chocho peludo quedó ante mí en todo su esplendor, coloqué la roja cabeza de mi picha en la boca de su ano, separando los pelos con los dedos y empujé mi tranca en su agujero algo lubricado, que para mi asombro se dilató suavemente y empezó a tragarse lentamente ese trozo endurecido hasta el mismo fondo, el contraste de la polla blanca en su oscuro orificio expandido era excitante, a lo que pregunté, -"¿Crees que esta bien adentro?" sólo me contestó con un "Sí,.. Ahora sí!".

Ya en ese momento decidí sincerarme y le digo, "Mónica creo que esto te gusta tanto como a mí, tu ano está suavecito", volteó su cara y sólo me sonrió. A su tácita aceptación la agarré por las caderas, comencé a bombearla y tomamos el ritmo de "mete y saca" hasta que ella presumiendo que me derramaba, se retira sacándose mi verga y volteándose se colocó boca arriba dice, -"Creo que es hora que entre por donde es debido", lo que quedó ante mí fue lindísimo, ese pubis poblado de finas y largas fibras de color castaño oscuro contrastando con su piel blanca y densamente poblado alrededor de sus gruesos labios exacerbaron mi pasión, me agaché y metiendo mi lengua entre su ya húmeda goteante raja, chupé sus líquidos, lamiendo y comiéndome sus pelos a todo lo largo esa hirsuta gruta donde no existía separación entre los vellos del chocho y los del culo, una gran avenida de pelos como no pensé que existía. Ya mi inquieta lengua había hecho su trabajo y Mónica jadeaba retorciéndose de excitación, me levanté y me liberé de mi bermuda y camisa con lo que quedé totalmente en pelotas delante de ella, mientras Mónica se sentaba en el borde de la cama, y yo con la polla apuntado directamente a su cara en una descarada oferta a que me la chupara, mensaje que entendió inmediatamente, porque tomando el palo se lo introdujo diestramente en su boca mamando solo la cabeza al principio, para luego tragársela hasta el fondo de su garganta mientras que con una mano sobaba mis pelotas, ahí nuestras miradas se cruzaron y mientras me mamaba el garrote mantenía su mirada fija en mis ojos como pidiéndome la aprobación de su accionar, ¡la muy putica me estaba llevando al Paraíso!, Y con un pedazo dentro de la boca me dice, -"¿Le gusta?", Y le contesto -"Claro, pero no sé si tienes más sabroso el culo o la boca, por lo pronto sigue así".

Siguió lamiendo los lados del tolete y las bolas; la hice acostar y empecé a girar el torso hacia un 69 hasta que tuve su mota de vellos en mi cara y apartando sus hebras me puse a lamer su clítoris abultado por la excitación, sepultando mi nariz y mi lengua dentro de la peluda y húmeda grieta que ya en ese momento chorreaban sus jugos los que empaparon mi cara y que bebí con fruición seguí hasta su ano hundiendo mi lengua en el pardo esfínter trapeando de paso todo el canal, mientras sentía como succionaba con apetito la tranca y es cuando Mónica me dice con voz ronca y lasciva, -"Señor Fernando dejémonos de formalismo vamos a culear de verdad, necesito ya su verga dentro de mí, por favor ¡métamela ahora en el coño!".

Reubicándome nuevamente me coloqué entre sus piernas, abrí completamente su bisagra y coloqué mi cabeza brillante por su saliva en medio de los labios de su chucha y empujé suavemente viendo como el duro garrote entraba entre sus labios peludos, hasta que sus vellos se juntaron con los míos, ella recibió la gran dosis de polla con un suave, -"Ohhhh….Por fin me lo comí", abrí su blusa tomé sus pezones erguidos lamiéndolos ávidamente, mientras que la polla se daba un gustazo entrando y saliendo alternativamente como un pistón formando una espumarada en los pelos de la entrada, levantó sus piernas poniéndomelas en los hombros y así la picha se sumergió en toda su extensión, con la respiración agitada me decía, -"Métala toda que quiero sentir los huevos contra el culo,… ¡qué picha se gasta Ud..!" y no duró mucho para que Mónica pasara sus piernas alrededor de mis caderas incrustándose el pene hasta el fondo, gimiendo en un "¡Ahhh!….qué vergota…qué delicioso,.. ¡mas!…¡mas!…¡ohh!" explotó en un largo orgasmo que aceleró el mío, sólo pude decir, -"Así Mónica, cómete la verga toda, desde que te vi ese vallecito peludo soñé con derramarme dentro de ti, muévete... ¡¡¡Muévete!!!... Que me vengo…¡¡¡Toma mi lechita!!!...".

Los espasmos de su coño precipitaron las descargas de leche sucesivas que culminaron esa notable faena, mí semen y sus jugos desbordándose a borbotones por entre sus labios y la tranca, empaparon su pelambre oscuro.

Me levanté lentamente envuelto aún en el fragante olor de su sexo y al momento caí en cuenta hasta donde me había llevado la lujuria con una joven vecina, seguramente menor de edad, por lo que trémulamente le digo, -"Discúlpame Mónica, no sé qué me pasó pero no pude contenerme, es que en pompa eres excitante" y ella sonriendo contesta, -"Tonto no te preocupes, desde los catorce años cuando me inyectabas ya me calentaba cuando masajeabas mi cola y ayer me di cuenta como se te hinchó la verga cuando viste mí vulva, por lo que se me ocurrió este truco ya que este supositorio es solo para bajar la fiebre, sin embargo el que me bajó la fiebre fue el tuyo y en ambos huecos".

Sobra decir que mientras estuvo mi esposa de vacaciones, diariamente apliqué en ese bello bosque el tratamiento iniciado.

El Strip Dance volvió y calentó la pantalla chica en Bailando por un sueño 2008

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El erotismo apareció con el nuevo ritmo, el "strip dance" en el programa que Marcelo Tinelli conduce en canal 13 y con mayor rating de la televisión argentina. Primero bailó fuera de competencia María Ritó, quien llevó puesto un diminuto vestuario plateado e hizo topless. Su sensual performance dio la pauta de lo que vendría a continuación con las participantes del certamen.

La primera en pisar la pista fue Sabrina Rojas, que vistió un traje rojo que naturalmente se quitó. El acting fue el de una modelo de gráfica y el fotógrafo. Respondiendo al mito, ambos terminan haciendo foco en la pasión. La performance light: hubo roces, caricias y simulación del acto sexual. Rojas y su soñador reunieron 22 puntos que develaron ayer su evaluación.

Luego, llegó el momento más caliente de la noche con Mónica Farro como la masajista y su soñador el cliente del spa. En la performance, no faltó el topless de la uruguaya, a lo que se sumó un terrible beso con su soñador. Pero la sorpresa fue la actitud de Tinelli, quien se mojó completamente, como jugando a querer participar y como recurso para calmar los ratones que le había generado el baile. La devolución del jurado comenzó con un 10 de Carmen Barbieri. “Me quería meter en la bañera, pero no entraba”, comentó jocosa. Jorge Lafauci levantó un 6 y Reina Reech un 9.

Mira el video del Strip Dance de Monica Farro:



Tambien podés ver el video de la presentación del Strip Dance con Maria Eugenia Rito:

martes, 19 de agosto de 2008

Wallpapers de Mujeres Hermosas: Romina Gaetani

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Relatos Eróticos: Mi Esposa y su dotado Amante

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Mi esposa se llama Elvia, tiene 27 años, es enfermera y no tenemos hijos. Es algo ancha, un poco morena, tiene enormes tetas y pezones oscuros, con aureolas del tamaño de su cara. Sus muslos aunque no fuertes son musculosos y tiene anchas pantorrillas. Tenemos un consultorio en nuestra casa, que tiene cámaras de seguridad en varios cuartos de la casa, por donde veo cuanto movimiento hace ella. Aquí tenemos el consultorio donde ella trabaja, para lo cual contratamos a Bionda, que es doctora, lesbiana, alta, fuerte, de facciones duras y áspera en su trato.

Hace poco llegó un paciente, Enrique, un humilde chico de 19 años y que tenía problemas de disfunción eréctil. Yo veía por una cámara de seguridad cuando Bionda lo empezó a examinar y al bajarle los pantalones nos escandalizamos al ver que tenía un pene tremendamente grande, pero flácido y aguado que no se paraba por la necesidad de grandes irrigaciones sanguíneas. Bionda le ordenó a Elvia que lo tratara con la bomba de succión. Mi esposa, que estaba conmocionada por ver semejante animal dormido, lo tomó nerviosa y ansiosamente en sus manos y le aplicó la bomba. El largo bulto no cabía en la bomba, cosa que le agradaba a Elvia, para tener pretexto de estarlo tocando con todo detalle.
Pasaron 5 semanas y el paciente no mejoraba a pesar de Viagra y el tratamiento. Elvia estaba siempre distraída pensando a toda hora en semejante anormal órgano, no teniendo relaciones conmigo en todo ese tiempo.

Hasta que una vez sin querer, al aplicar la bomba, se le abrió el escote dejando ver un inmenso pezón en voluminoso seno y el palo de tremendas proporciones se engrosó palpitando a cada latido. Enorme y descomunal el negro tronco no tenía la circuncisión pero la cabeza quedaba al descubierto por el jalar del cuero del falo al aumentar de tamaño. Lleno de musculosa carne, palpitaba con fuerza. Tales eran las palpitaciones que a cada latido se mecía poderosamente arriba y abajo. A Elvia le temblaron las piernas y se le doblaron quedando postrada sumisa ante la dominante cabeza del pene, con el desnudo seno al aire.

Al ver ese impresionante espectáculo tuve una erección tal que me fui al baño, atontado por esta situación, mi esposa a merced de ser penetrada!!! Cuando vi de nuevo la acción, Elvia se postraba ya totalmente desnuda y escurriendo abundante liquido vaginal, en la cama de exploraciones dando tremendo grito al sentir la primera penetración. Sus inflamados testículos estaban listos para la primera eyaculación, del cuerpo de mi esposa dependía si quedaba preñada, ya que previamente Elvia había notado que no le quedaba condón alguno a impresionante animal.
Bionda salió inmediatamente de su oficina al oír el griterío, observando que el miembro no se encajaba debido a su gran tamaño.

Fuertemente le abrió los muslos y labios vaginales a mi debilitada mujer y poco a poco se fue perdiendo la enorme cabeza carnosa en el cuerpo de mi pareja, a la que le temblaban los muslos y senos, sin poder hilar pensamiento alguno estaba en estado orgasmal y de shock. La primera introducción fue lenta pero decidida, teniendo Elvia un desvanecimiento atendido por Bionda, que la reanimó para que un potentísimo mete-saca la desvaneciera de nuevo.

La descomunal cabeza del pene chocaba sin piedad contra las entrañas de mi esposa, estirando sin misericordia la vagina y provocando que los enormes pechos chocaran violentamente cada vez que Enrique le aplicaba tremendas sacudidas acompañadas de penetraciones de máxima profundidad, lo que provocaba que la aturdida hembra implorara piedad a gritos. Pero Enrique le daba mas duro, ayudado por los líquidos vaginales de mi sudorosa mujer que lubricaban perfectamente el monstruoso pene, ayudándolo a introducirse mejor.
Empecé a sudar y temblar al ver a mi esposa ya sin oponer resistencia alguna, debilitada y conquistada como nunca, esperando recibir el vigoroso liquido masculino que estaba por irrumpir violentamente en su muy sacudido orificio.

Bionda le introdujo a mi esposa dos dedos en el ano, ayudando al pene para lograr la tan esperada eyaculación que todos ansiábamos. Y de imprevisto, grandes chorros de esperma empezaron a brotar, 10 minutos duro la irrigación que salió de los enormes testículos de tan dotado amigo, teniendo el pene en máxima penetración e inyectando en todo lo posible al vencido orificio de mi esposa. Y Bionda ayudando en todo momento para extraer toda la secreción de espermas procurando que toda entrara en el agotado agujero de mi hembra.

Al finalizar, la tuvieron que llevar cargando entre los dos, ya que sus enormes muslos y grandes pantorrillas no sostenían su violado cuerpo, además del shock en que se encontraba, Bionda le aplicó a mi esposa suero, ya que las fuerzas la habían agotado totalmente, al tiempo que Enrique la abrazaba y besaba cariñosamente en la boca acariciándole el conquistado pubis velludo, ahora nuevo esclavo del dominante semental. La desnudaban y Bionda le acariciaba los golpeados senos y nalgas para reanimarla para el siguiente coito.

Diez días y sus noches duraron las dolorosas ensartadas hasta que la ahora impresionantemente grande vagina no opone ya resistencia alguna a las penetraciones. Yo me encargaba de llevarles comida a los amantes, sobre todo a Enrique, para que no se cansara por el sobrehumano esfuerzo. A fuerza de las penetraciones sin misericordia, la vagina se agrandó de tal manera que el venoso tronco entra ahora fácilmente cuando le da la gana, siendo mi hembra obediente y complaciente, ofreciéndole a Enrique penetrarla cuando el ordene.

Enrique no se quiso ir de su lado, por lo cual decidí mantenerlo totalmente además de pagarle un adecuado entrenamiento físico.

Lo que yo no sabia es que Bionda había alargado los periodos de penetración y eyaculación porque le había tomado a Elvia la medida de su periodo de fertilidad, quedando embarazada de aquellas masivas eyaculaciones.

Después de que sin éxito intentamos por mucho tiempo ser padres, ahora tendremos un hijo, un ayudante de mi esposa, Enrique, y una efectiva doctora que cuida de todos y que procurará embarazar de nuevo a Elvia con el potente esperma del ahora musculoso Enrique. Bionda nos prometió que bajo su cuidado, la chichona hembra tendrá un largo y abundante periodo de lactancia para que todos estemos ricamente amamantados, lo cual tiene a Elvia muy excitada. Planeo llevarlos a una playa de adultos para mostrar en público desnuda a la sensual pareja.

Autor: Carlos Hernández

viernes, 15 de agosto de 2008

Wallpapers de Mujeres Hermosas



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Relatos Eróticos: Mi Bella Residente

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Dos doctoras en una guardia del hospital terminan en la habitación de los residentes explorando su sexo.
Estoy segura que al leer estas líneas muchos de mis amigos sabrán quién es la osada que rompe con los esquemas que nos impone la sociedad a las mujeres. Durante toda mi vida he sido muy popular, será por mi carácter amable y alegre o porque, como me dicen, tengo un cuerpo tan formidable que muchas veces a los chicos se les hace imposible verme sin dirigirme la palabra.

Me llamo Margarita y al momento hago mi residencia en el Hospital Primero de Mayo del Seguro Social. Tengo 28 años.

Hoy quiero compartir con toda la red una experiencia que me ocurrió no hace mucho, durante una guardia en el Hospital Rosales, mientras hacía mi internado en Cirugía. La noche había sido terrible y la faena ardua. De tal modo que a la una de la mañana estaba tan cansada que ya no podía más y casi me derrumbaba por el sueño. Así que para espabilarme un poco, salí del pabellón donde estaba de turno y me dirigí a la cafetería del hospital por un café. El resto de la madrugada se veía que iba a estar tranquilo. La emergencia estaba casi vacía, salvo por un par de heridos que habían llegado recién y ya eran atendidos por algunos compañeros.

Llegué al cafetín, pedí un café y me senté a paladearlo con toda tranquilidad. Rato después, apareció por la puerta de la cafetería la doctora Osorio. Inconfundible por su alta estatura y porte elegante y majestuoso. Era una residente de primer año de medicina entonces y creo que ni se le cruzaba por la mente llegar a ser neumóloga. Entró a la cafetería y pidió también un café y fue a sentarse a la misma mesa que yo.

-Hola -dijo- ¿qué tal?

-Aquí, tomando un descanso -contesté.

-Sí, ¿verdad?. Estuvo algo pesado el turno.

-Mucho.

Y seguimos tomando café sin decir muchas palabras. La Dra. Osorio era una mujer en verdad soberbia. Era la más alta de todas las residentes, y más que su estatura, destacaba en ella una belleza envidiable. Era blanca, cabello castaño oscuro y ojos café claro. Tenía un cuerpo espléndido y esbelto y un rostro de ángel.

- Oye -dijo sacándome de mis reflexiones- ¿tú te llamas Ángela Margarita, verdad?.

- Sí, ¿por qué?

- Yo me encontré un Manual de Terapéutica con tu nombre y... anduve averiguando de quien se trataba para devolvérselo. Hasta ese momento, recordé que cuando cursaba la rotación de Medicina Interna, durante un seminario dejé olvidado el libro en un asiento del auditórium y que, cuando regresé por él ya no lo encontré. -¿En serio?, no sabe cómo he buscado ese libro. !gracias a Dios que lo encontró usted!

-¿Sabes? -dijo- por las señas que me dieron me imaginé que eras tú.

-¿Cuáles señas?

-Bueno, estatura media, guapa, trigueña, cabello lacio, y...

-¿SÍ?

- Bueno, nalgas grandes y... bonitas...

Se ruborizó al decir aquello, y a decir verdad, yo también. Yo salí con una frase para desenredar el embarazo del momento:

- ¡Qué gracioso!, bueno, pero si ocupa el libro me lo entrega después.

-No -dijo- ya compré uno. Así que hoy mismo te lo puedo entregar.

-¿Lo tiene aquí?

-Sí en la casa de residentes. Si quieres vamos y te lo entrego allá. Asentí. En ese momento yo ya había terminado mi café, pero ella aún tenía la mitad del suyo. Lo tomó en sus manos y nos dirigimos al ala destinada a los médicos residentes. Llegamos y entramos a un cuartito con lo más indispensable: una cama, una silla, un escritorio y un armario. Ella se quitó la gabacha blanca aludiendo demasiado calor y me instó a hacer lo mismo si gustaba. Yo le dije que no sentía calor. -Veamos -dijo hurgando entre las cosas del armario- por aquí tengo tu libro...

Estaba buscándolo a una mano, así que dejó el café sobre el armario y se dedicó a buscarlo con ambas. Revolvió y revolvió como loca el closet sin encontrar el dichoso libro. En un movimiento brusco, el café cayó desde donde lo había colocado por mala suerte, y se desparramó sobre la delgada blusa del traje celeste que llevaba para los turnos. -¡Demonios! -vociferó -permíteme un segundo -me dijo. E inmediatamente se sacó la blusa, dejando semidesnudo su plexo. El líquido había traspasado con facilidad la tela de algodón y había ensuciado su brassier de fino encaje. -¡Vaya! -dijo- ahora voy a tener que lavarlo antes que se le pegue la mancha y sea difícil sacarla después... ¡Y se lo quitó! Se lo sacó sin más ni más, como si en la habitación no hubiese nadie más que ella, como si mi presencia no le incomodase en lo más mínimo. Sus senos blancos quedaron al descubierto, trémulos, desafiantes, macizos, comandados por dos tetillas rosadas erguidas generosamente. En ese momento yo no sentí más que admiración porque la Osorio tenía unas tetas muy hermosas, tal como me gustarían que fueran las mías. Los senos se le veían un poco irritados pues el café aún seguía muy caliente. Para aliviar el ardor momentáneo, echó agua sobre ellos. Al refrescarse, sus pezones comenzaron a tomar una solidez exagerada, como punta de lanza y sus carnes se pusieron más firmes y tensas. Con delicadeza comenzó a lavar la prenda en el lavamanos, y dijo: -Espérame un momento, Margarita. Ya te voy a dar el libro... Al ratito salió con el brassier limpio, lo tendió de un clavo, sacó otra blusa celeste, pero no se la puso, y en lugar de ello se sentó a la par mía en la cama. Siempre he sido una mujer muy liberal pero aquella situación me incomodó un poco. Ahí la tenía, con los senos al aire, hembra magnífica. Se acostó en la cama, cubriendo su desnudez echándose la blusa encima sin ponérsela, y dijo:

-¿Sabes?, me arde el pecho por lo caliente que estaba el café...

-Sí, me imagino.

-¡Ay!, si supieras como siento... -recalcó.

-Debe doler bastante.

-Sí...

Se quedó un buen rato así. Yo no decía nada y ella, al parecer estaba a punto de ser vencida por el sueño. Por fin dijo:

-Si quieres quítate tu blusa...

Yo sabía hacia donde nos estaba llevando con su actitud, ¿pero qué podía perder?. Además, acababa de descubrir que aquello no me desagradaba en absoluto y eso sólo significaba una cosa: me estaba gustando. Con poca prisa me saqué la blusa y el sostén y me recosté al par de ella. -¿Sabes una cosa? -dijo.

-¿Qué?

-Me gustan tus senos.

-A mí me gustan los suyos también -dije.

-¿Quieres tocarlos? -preguntó.

-Si me deja...

-Hazlo... Y tomó mis manos llevándolas a posarse sobre sus dos masas pectorales que se estremecieron bajo mis manos que empezaron a jugar con ellos con mucha naturalidad y a estimular sus pezones como si esa no fuera la primera vez que se lo hacía a otra mujer. Rosario tenía los pechos más suaves y dóciles que yo había tocado hasta entonces. Sus carnes se distribuían exquisitamente entre mis dedos causándonos a ambas un enorme placer. Rosario gemía y respiraba profunda y agitadamente, indicio que la excitación crecía cada vez más dentro de su magnífico cuerpo. Aquello me encendió sobremanera y entonces puse en juego mi otra mano también. -Vamos, Margarita -dijo- súbete encima mío.

Abriendo mis piernas, me senté a horcajadas abrazando con mis muslos su pelvis y continué el delicioso masaje pectoral al que la tenía sometida. Ella comenzó a acariciar mis pechos también con sus manos blancas y estilizadas. Fueron pocas fracciones de segundos las que ocupó para lograr que mis pezones se pusieran tan duros como los suyos. En verdad soy una mujer que necesita muy poco para excitarse. Sin embargo, en esa ocasión, con aquella hembra colosal me estaba probando una experiencia diferente.

Ella pasó sus manos delicadas detrás de mi cuello y me atrajo hacia sí y sus labios se fundieron con los míos en un beso apasionado y violento. Casi me ahogaba al deslizar su lengua dentro de mi boca, reconociendo con ella todos sus rincones. Con una de sus manos revolvía mis cabellos mientras con la otra acariciaba mi torso desnudo. Cuando soltó mis labios pude respirar por fin con un hondo y agitado suspiro. Empero, ella no permaneció quieta ni un instante, me volteó y quedé debajo de ella y su boca ávida siguió acosando de besos mi cuello, mis hombros y la parte superior de mi pecho. La excitación había hecho presa de mí desde hacía ratos, pero ahora parecía incontrolable, pues la doctora me encendía cada vez más y más y una sensación ardiente comenzó a socabar mi pecho y mi vientre. No era la primera vez que tenía sexo con una mujer. Por el contrario. Ya entonces había perdido la cuenta de cuantas chicas habían probado junto a mí los deleites del sexo puro y duro. Sin embargo, Consuelo tenía algo distinto, algo especial. Ella estaba casada y ya tenía un hijo, y quizás mi excitación consistía en que nunca lo había hecho con una mujer comprometida... y madre sobre todo. Los pensamientos se arremolinaban en mi cerebro en un torbellino desaforado sin orden, abruptos, locos, mucho más rápido que las sensaciones que experimentaba bajo el influjo y el peso del cuerpo de la mujer sensual que desparramaba sobre mi ardientes caricias y besos frenéticos. En la locura de estar bajo el influjo de aquella hembra formidable, no supe de mí, del momento en que ella nos desnudó por completo, sino hasta que ya tenía sus labios pegados a mi vulva, metiendo lenta y profundamente su lengua dentro de ella. La humedad y el roce me producía una mezcla de cosquillas, escalofríos y estremecimiento indescriptible con palabras. Éramos, como se diría, dos hembras fuera de lo común, haciendo de un lado la modestia. Ella, como ya la he descrito, alta, espigada, bien proporcionada; yo de estatura media, rellena, pero todo bien distribuido. En tanto su lengua literalmente trapeaba toda mi vagina, comenzó a encajar uno de sus dedos en mi ano. ¡Fatal! Yo no sé si ella estaba enterada, pero lo que más me enciende es eso: que me manipulen el culo. Es algo que en un santiamén me pone a mil. Es el máximo placer que puedo sentir de un hombre o de una mujer. Con eso logró llevarme al primer orgasmo "en un dos por tres". Como entonces comencé a gemir alocadamente (como siempre que voy a "terminar"), ella me tapó la boca introduciendo en ella lo primero que cogió con la mano: la blusa que se había manchado con el café.

Aunque yo ya había alcanzado el orgasmo, Consuelo no paró de lamerme y chuparme la torta, era una hembra pertinaz, resistente en lo que hacía. Ya la mezcla de mis jugos y su saliva bañaban buena parte de sus mejillas y resbalaban entre mi ingle, empapando las sábanas, pero ella continuaba con la succión. Una, dos, tres, cuatro veces más me hizo explotar en oleadas orgásmicas, una tras de otra sin control, estremeciendo por completo mi cuerpo. Por fin se cansó de las chupaderas y distanció su boca de mi sexo. Sin embargo, aún su dedo seguía enterrado en mi culo y fue entonces cuando éste entró en verdadera acción. Originalmente lo había metido hasta la mitad, pero fue deslizándolo, rápida pero suavemente hacia adentro, profundo, por completo, una y otra, y otra vez hasta casi alcanzarme el fondo de mi pelvis. Aquí les confieso que muchas veces antes he hecho el sexo anal. No era la primera vez, es más, hasta perdí la cuenta de docenas de vergas que me han acometido por mi hoyito posterior. Sin embargo, no sé que tenía Consuelo que solamente con un dedo me estaba llevando mucho más allá del placer que me habían proporcionado antes. Lo atribuyo a la excitación del momento, quizás o tal vez a la forma en que ella lo dirigía y que sabía exactamente qué puntos tocar dentro de mi recto para hacer que me desmoronara en un mar de deleites. En total me hizo alcanzar el orgasmo 8 veces en un lapso de cinco minutos. ¡Un nuevo récord para mí!. Ella sacó el dedo de mi ano, visiblemente agotada por el esfuerzo y se desplomó en la estrecha cama. Aunque sabía que debía dejarla descansar unos minutos, la excitación que tenía en mis adentros era tanta que no quería desaprovecharla: después no sería lo mismo. Tiré el trapo que tapaba mi boca y sin decirle nada la volteé boca abajo, le alcé las caderas dejándola en cuatro puntos y me apropié de su vulva, embistiéndola por detrás. Desde el primer contacto, mis mejillas y mi barbilla quedaron llenas de sus secreciones, que en ese momento ya eran abundantes; mi lengua profanó aquella intimidad cavernosa hasta lo más profundo. Mi excitación se multiplicó al millón al darme cuenta que, como mujer que ya había tenido hijos, su vagina era más amplia, y me permitía introducir buena parte de mi rostro por lo menos hasta la entrada y con mi lengua podía explorar mucho más dentro que lo que había hecho con mujer alguna. A todo esto, Consuelo era una gran muñecota blanca poseída por demonios de placer que convulsionaban su esplendoroso cuerpo y lo hacían estremecerse, gemir, y revolver las caderas como una loca, como nunca había visto a nadie disfrutar. Era tanto el placer que su cabeza parecía un péndulo descoordinado, instantes enterrado en las almohadas e instantes alzado y revolviéndose como negándose a creer la inmensa satisfacción que estaba experimentando. - Mete tus dedos, mi amor, mételos! -dijo en un instante que sus gemidos se lo permitieron. - Yo introduje un par de dedos dentro de su vagina, teniendo que disminuir la presión que mi boca ejercía dentro de su vulva.

- No, ahí no. -dijo- ¡en mi culo, mételos en mi culo! A diferencia del mío, su ano era más estrecho, más firme, menos "usado". Por eso me costó un poco hacer que mi dedo índice penetrara hasta el fondo. Pero el estímulo de algo dentro de su recto fue haciendo que el esfínter aflojara poco a poco hasta que pude con menos dificultad, meter otro simultáneamente. ¿para qué voy a explicar con palabras lo que decía o como gemía locamente? Solamente imagínense. Cuantas veces se vino, no sé. Solamente me di cuenta que su vagina manaba caudalosamente un jugo hialino y ralo que prácticamente bañaba sus muslos y mi rostro. Por fin, hasta el cuerpo joven y resistente de Consuelo tiene un límite y por fin cayó, impotente de mantenerse en cuatro, sudorosa y exhausta. Yo tenía un poco más de fuerzas, pero con lo que habíamos tenido bastaba para estar satisfecha. Caí recostada sobre aquella diosa blanca, colosal y ardiente. Mi "médico residente" hasta hace unos momentos y ahora, mi amiga, mi mujer, mi amante. - ¿Sabes una cosa, Margarita? -me dijo

- ¿Qué? -pregunté

- Es mi primera vez.

- ¿En serio? Pues lo hiciste muy bien.

- Sí, Hugo y yo vemos películas XXX con frecuencia y allí he aprendido lo que te hice.

-¿Y desde cuando te gustan las mujeres? -pregunté.

- Bueno... Fíjate que al principio me repugnaban las escenas de sólo mujeres, después me eran indiferentes porque ya me había acostumbrado a verlas, pero luego hasta me gustaron, y la verdad es que nunca había sentido tanto deseo por una hasta que te conocí. Ya me habían contado muchas cosas de ti y de lo que te gusta y por eso me atreví. Las palabras que me dijo me hicieron reflexionar un poco sobre mi "popularidad", pero sin llegar a la trascendencia de "debo cambiar mi vida un poco, o tengo que moderarme, bla, bla", porque las siguientes palabras me sacaron de mis pensamientos. - Y ¿sabes? No me arrepiento de haber hecho lo que hice hoy. He quedado completamente satisfecha, como nunca antes en mi vida, ni siquiera con mi esposo.

Eso era algo que he escuchado infinidad de veces y ni siquiera hice un comentario. Ella continuó.

- ¡Lástima que sea la última vez que lo hagamos!

- ¿Por qué? -pregunté sin encontrar alguna causa por lo que no debiéramos seguir esa relación.

- Entiéndeme, soy casada, tengo un hijo. Por el bien de mi matrimonio no debo seguir con esto.

- Está bien, como quieras. -hice una pausa-. Debo regresar a mi servicio. Ya deben extrañarme las enfermeras.

- Ok. Yo también. Nos vestimos, tomé mi libro y salimos a nuestros respectivos lugares. Al volver, me esperaba Diana, la enfermera de la Observación Mujeres evidentemente disgustada. - Por qué se tardó tanto, Dra. Trejos? -dijo en tono sarcástico, a pesar de ser buenas amigas.

- Porque tuve que hacer un "procedimiento de emergencia", Srta. Alonso- contesté con la misma ironía. Y me dirigí a seguir mis tareas. Diana me cogió por el brazo y me hizo girar el cuerpo hacia ella, mientras me señalaba amenazadoramente con un dedo. - Mira, Margarita. Te conozco muy bien y sé que algo te traes entre manos. Tú me conoces también como soy y ten por seguro que si me estás engañando con un hombre les va a pesar a los dos. Para aplacarla la empujé hacia el cuartito de baño y dentro le besé en los labios unos instantes y le dije en susurro: - No seas tontita. Te juro que no te estoy engañando con ningún hombre.

- Más te vale. -dijo un poco furiosa todavía y se largó. No pude menos que sonreír ante aquel suceso, Ay, no sé porque a veces me gusta complicarme la vida...

Autor: Margarita Trejos